Carlos Alós | Alzira El trasvase Júcar-Vinalopó está previsto que vuelva a funcionar en los próximos meses. La infraestructura, finalizada desde 2010 y que sólo se ha usado en período de pruebas tras una inversión de 320 millones de euros, podría estar operativa de nuevo para enviar caudales del Xúquer de Cullera a Villena este verano, una vez se apruebe el plan hidrológico del Júcar.
La previsión que baraja el Consell es que ese plan hidrológico del Júcar, pendiente de pasar por el Consejo de Ministros, quede aprobado definitivamente entre los meses de junio y julio, justo antes de que el Gobierno se ponga manos a la obra con el plan hidrológico nacional, que, según señaló el pasado martes en Carlet el vicepresidente de la Generalitat, José Císcar, es el que tiene que dar la solución global al problema hídrico en España.
Sin embargo, desde el Consell se insiste en el argumento de que el agua del azud de la Marquesa de Cullera, desde donde parte el trasvase hasta el Vinalopó, l´Alacantí y la Marina Baixa, no es apta para el consumo humano y, además, resulta muy cara para los regantes.
Pero aún así, el Consell sostiene que la infraestructura que parte de Cullera tiene que ponerse en funcionamiento para evitar perder los 120 millones de euros que el Gobierno de España tendría que devolver a la Unión Europea por no usar el trasvase Júcar-Vinalopó.
«Sería una irresponsabilidad»
Fuentes del Consell aseguran que la transferencia desde Cullera se pondría en marcha a principios de verano con un envío de un caudal de unos 15 hectómetros cúbicos.
Porque la opción contraria, devolver los 120 millones de euros subvencionados por la Unión Europea, sería una «irresponsabilidad», según palabras del propio vicepresidente de la Generalitat el pasado martes en Carlet. Sin embargo, la necesidad de usar la toma de la Marquesa para evitar perder 120 millones de euros no quita que el gobierno autonómico considere que ese caudal no es apto para el abastecimiento humano de las comarcas del Vinalopó, la Marina y l´Alacantí y que resulte excesivamente caro para los regantes alicantinos. Para tratar de buscar una solución, el propio Císcar firmó el pasado mes de marzo, a espaldas de los regantes de la Ribera, un acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente para revisar todas las infraestructuras existentes y plantear incluso otras nuevas que pudieran construirse en el futuro, lo que se ha interpretado en la Ribera como el anuncio de una segunda toma del trasvase. Císcar defiende que el agua de la Marquesa tiene que utilizarse para regadío, aunque asegura que cuesta «lo mismo que el agua desalada porque hay que impulsarla hasta Villena». Ello supone, según Císcar, un coste «que no pueden asumir los regantes alicantinos por lo que tiene que haber un equilibrio de costes y es el agua para beber la que lo equilibra». Con todo, para Císcar «lo más importante» es que el Vinalopó «ya acepta» el agua de la Marquesa y «saben que sin Cullera no hay acuerdo porque el Estado tendría que devolver 120 millones de euros lo que sería una grave irresponsabilidad», añadió.
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