Casi diez años de obras y cerca de 400 millones invertidos por el Gobierno de Zapatero, de momento, no han dado los frutos esperados. El trasvase Júcar-Vinalopó está paralizado desde que fracasó la fase de pruebas por las fisuras en la balsa de San Diego, según confirman regantes del Júcar y del Vinalopó y la propia Administración.
El llenado de esta infraestructura, la última del trasvase a partir de la que se distribuirá el agua, empezó a fines de 2010 y concluyó en la primera mitad de 2011. Allí tuvo que permanecer embalsada durante varios meses hasta el punto de que estuvo a punto de estropearse, ya que no había compradores.
Tras el descubrimiento de las fisuras en la balsa (por las que llegaban a salir hasta 30 litros por segundo) se tuvieron que buscar soluciones con urgencia. De los 12 hectómetros cúbicos que almacenaba se perdieron 7,5. El resto se vendió en septiembre pasado a los regantes a un precio bajo, que distribuyeron entre los cultivos más resistentes por la falta de calidad.
La balsa de San Diego está ahora inutilizada. Se ha hecho un estudio y Acuamed, entidad dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, ya ha licitado el proyecto de reparación por 300.000 euros. Se espera que se licite en quince días. La empresa elegida tendrá seis meses para realizar el proyecto. El coste total del reacondicionamiento del embalse, que incluirá la impermeabilización, puede suponer un gasto de varios millones de euros.
En cualquier caso, el arreglo no estaría acabado al menos hasta la segunda mitad de 2014, con lo que el trasvase permanecerá paralizado al menos dos años.
Desde Acuamed señalan que el trasvase está en servicio, aunque matizan que «siempre que haya usuarios». La empresa considera que la balsa es de regulación y no es imprescindible para el funcionamiento del trasvase.
Apuntan a que hay una arqueta de válvulas o ‘by-pass’ en la conducción que permite que el agua trasvasada se pueda enviar o bien a la balsa o bien continuar su camino directamente hasta el punto de conexión con la tubería del postrasvase. La capacidad de la conducción es de 4,5 metros cúbicos por segundo.
La balsa de San Diego, que costó 25 millones, está ubicada en Villena y puede almacenar hasta 20 hectómetros cúbicos, suficiente para regar más de 10.000 hectáreas de cultivo. Su perímetro supera los 4 kilómetros de longitud con una altura máxima de 38,5 metros. Su ancho de coronación es de 7,5 metros y la base del talud llega a alcanzar en algunos puntos los 200 metros de anchura.
El vaso de la balsa tiene una superficie de 800.000 metros cuadrados, equivalente a 80 campos de fútbol, y cuando la lámina de agua llegue a su cota máxima su superficie alcanzará 1.150.000 metros cuadrados.
Pero aún así, el trasvase puede quedar en una obra sin utilizar si no hay usuarios. Y hasta el momento no los tiene. En 2001 se firmó un convenio entre la Junta de Usuarios del Vinalopó y Aguas del Júcar en el que se recogían las tarifas y las obligaciones y derechos de cada parte para la venta de agua. Pero en ese momento la toma de agua iba a ser en Cortes de Pallás. La Junta rescindió el convenio en septiembre de 2005 cuando el Gobierno de Zapatero cambió el lugar de la toma al Azud de la Marquesa, en el cauce bajo. Consideraron y consideran que se habían incumplido las condiciones.
Sin clientes
Las obras del trasvase empezaron así sin tener clientes a quienes vender el agua. Una vez acabado los regantes siguen negándose a comprarla, ya que creen que la calidad de los recursos tomados en la zona baja del río no tienen la calidad suficiente para el riego. Aluden también al alto coste que supondrá subir el agua desde la cabecera hasta Villena.
Para intentar atraerse a los regantes el Gobierno socialista propuso en su momento que construiría varias potabilizadoras a lo largo del trazado para mejorar la calidad de las aguas. Pero la promesa no se ha materializado.
Ahora, con la publicación del Plan de Cuenca del Júcar, las posturas se han suavizado. Y es que el documento abre la puerta a que la toma del trasvase pueda hacerse en Cortes de Pallás, como piden los agricultores del Vinalopó, e incluso desde el embalse de Tous, también aceptable. Aunque estas soluciones provocan el rechazo de los regantes del Júcar, que apoyan la toma del Azud de la Marquesa.
Además, los futuros usuarios del trasvase están en conversaciones con el Ministerio de Medio Ambiente para llegar a un compromiso que evite que una infraestructura que ha costado 400 millones de euros quede s
La polémica por la toma del agua
El trasvase, diseñado por el Gobierno de Aznar, establecía que la toma del agua se haría en Cortes de Pallás, en la parte alta del río. Pero con la llegada del Ejecutivo de Zapatero la política cambió. Casi sin previo aviso el Ministerio de Medio Ambiente, dirigido entonces por Cristina Narbona, cambió el lugar de la toma y la trasladó al Azud de la Marquesa, en el curso bajo del río. Los agricultores del Vinalopó mostraron su frontal rechazo, ya que consideraron que el agua tomada en la parte baja del río está muy contaminada y no tiene la calidad necesaria para el riego. Por el contrario, los regantes del Júcar apuestan por que la toma se realice desde el Azud de la Marquesa al considerar que permitirá mejorar el riego y no afectará a la Albufera.
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