En muchos foros todavía se escucha o se lee que la agricultura de regadío absorbe un 80% del consumo de agua en España, con lo que se transmite cierta imagen de exceso y despilfarro, por más que ningún agricultor va a regar su campo por capricho, sino para intentar llevar a cabo sus cultivos en régimen de calidad y productividad rentables. Sin embargo es una cantinela que se repite hasta la saciedad, invariablemente, como una verdad revelada e inmutable: la agricultura consume el 80% del agua, y unos y otros repiten hasta la saciedad el dato recibido.
Pero la realidad es ya bastante diferente. La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) destacó ayer que el consumo de agua en la agricultura española está ahora en el 63% del total, lo que supone una notable disminución del 21,25% sobre aquel 80%, hoy anticuado, que comenzó a cuestionarse en serio hace alrededor de 10 años.
Es decir, que en la última década ha bajado algo más de una quinta parte, por más que muchos aún siguen con la tónica anterior. Y este hecho que destaca Fenacore no es de su cosecha. Son datos que recoge del último Plan Nacional de Regadíos y que mueven a diversas reflexiones.
Gran parte de ese ahorro de agua se está consiguiendo mediante un gran esfuerzo inversor en la modernización de regadíos, financiada con ayudas oficiales, pero sobre todo con las aportaciones de los propios agricultores, en momentos de hundimiento generalizados de los precios de las cosechas y de su rentabilidad.
Fenacore señala por otro lado que también influye en la disminución del consumo de agua el abandono de cultivos en toda España, porque han dejado de ser rentables. Ha bajado la producción de remolacha, algodón, tabaco, frutas y hortalizas, y se riegan cada vez menos cereales y leguminosas porque los costes no se recuperan con los precios.
Encarecimiento eléctrico
En este punto, Andrés del Campo, presidente de Fenacore, ha denunciado que la tremenda subida de las tarifas eléctricas que se ha registrado en los últimos trece meses está poniendo en jaque a la mayor parte de la agricultura de regadío, porque la modernización de estos sistemas implica la instalación de redes de presión para riego a goteo o por aspersión, lo que a su vez precisa fuertes aumentos en el gasto energético. Ahorrar agua exige consumir más energía, y ahora esta es mucho más cara, hasta más del 100% más, en algunos casos, que en junio de 2008, con lo que muchas comunidades de regantes se enfrentan a una situación «inasumible», según Andrés del Campo.
Fenacore culpa de las desmesuradas subidas de la electricidad para regadíos al Gobierno, «por permitirlo», y vaticina «un otoño caliente», con movilizaciones agrarias generalizadas, ya que los agricultores regantes se sienten engañados: han invertido en obras de modernización que ahora no pueden pagar, están hipotecados para 50 años y el precio del agua se ha encarecido tanto que, con lo que obtienen, no es viable regar.