El año hidrológico 2008-2009 está a punto de terminar. En lo estrictamente hidrológico, no ha sido un año malo del todo. Pero, en todo lo demás, ha sido un año tremendamente difícil, y todo indica que el nuevo ejercicio será igualmente duro y enrevesado, según explica el presidente de la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental, Francisco Belmonte.
¿Qué balance hace usted de este campaña?
Aunque nos faltan algunos informes del ITAP, que se verán en la asamblea que celebraremos en octubre, podemos decir que ha sido un año complicado, pero no tan duro como el anterior. Un invierno bueno en lluvias y, sobre todo, en humedad del suelo, una primavera bastante seca y un verano dentro de lo normal, pese a las tormentas que hubo sobre ciertas zonas concretas. Alarcón, el embalse de referencia para nosotros, tiene 220 hectómetros cúbicos, cuando hace un año estábamos en 60-70, así que no lo terminamos en malas condiciones.
¿Cómo ha ido la sustitución de bombeos?
La sustitución de bombeos tampoco ha ido mal del todo, 17 hectómetros, más unos cuatro ó cinco de las compensaciones por el túnel del Talave. Pero la sustitución y el clima son de lo poco positivo del año, porque en el resto hemos ido de mal en peor.
¿A su juicio, qué ha fallado en esta ocasión?
Podríamos decir que este año la sequía hidrológica ha dado paso a la sequía económica, porque estos buenos resultados son, por un lado, fruto de la disciplina de los regantes pero, por el otro, también se ha regado menos, entre un 20 y un 30% menos, porque a los regantes y, en general, a todos los agricultores, de la Mancha Oriental, de la cuenca del Júcar o de cualquier otra parte de España, no nos salen las cuentas.
Se refiere a la subida de las tarifas eléctricas, supongo.
Y a muchas otras cosas. Los inputs, los costes de producción, no sólo la luz, sino todo, están por las nubes y, por contra, los precios que nos pagan por nuestros productos son cada vez menores, el margen es cada vez más estrecho. Hay fincas, como la mía, sin ir más lejos, que llevan un mes sin regar. Y este es un problema que no sólo se da en la Mancha Oriental. En esta parte de la cuenca, hay agricultores que se plantean si deben o no fertilizar los campos o, simplemente, sembrar, para perder dinero y, aguas abajo, en la Comunidad Valenciana, me consta también hay gente que se plantea si merece la pena recoger del árbol unas naranjas que no compensan, ni de lejos, el enorme esfuerzo que se hace por producirlas.
¿Está la agricultura condenada en el Júcar?
Quiero pensar que no. A mí esto me encanta, es mi vida, pero yo soy un veterano. En condiciones normales, yo ya debería estar de vuelta de todo, porque ya tengo amortizadas mis inversiones. En quienes no dejo de pensar es en los jóvenes, ¿cómo se puede tener el valor de meterse en esto, tal y como está?. Y aún así, algunos quedan, y se lanzan, y tienen toda mi admiración, apoyo y respeto, porque tal y como está el campo, hay que echarle mucho valor para vivir de él.
En octubre, ustedes tienen asamblea, ¿van a renovar la directiva? ¿Entrará alguno de esos jóvenes valientes de los que usted habla?
Eso espero, porque todo el esfuerzo que hacemos, los disgustos que nos cogemos, sólo tienen sentido si ellos toman el relevo. En octubre, renovaremos la mitad de los vocales y la vicepresidencia. Me gustaría que todo el que crea que tenga algo que hacer o decir, se presente, espero de veras que tengamos varios candidatos para cada puesto. Y espero que haya jóvenes en la directiva. De hecho, ya hay alguno en uno de los órganos más difíciles y menos agradecidos, pero que más enseñan, que es el jurado de riegos. Y por eso espero que den el salto, como también me gustaría que pasaran todos y cada uno de los 9.000 que somos por algún cargo de responsabilidad, es una experiencia que te enseña mucho.
¿Por qué cree que todo el mundo debería pasar por responsabilidades de gestión?
Porque, aunque suene a topicazo, hay cosas que no se entienden hasta que no las ves del otro lado de la trinchera, como gestor, en vez de juzgarlas sólo como un mero usuario. El jurado de riegos, del que antes le hablaba, es para mí el caso más claro. Todos los que pasan por él reconocen que ¿cómo decirlo? No sé, como que se te abre la mente, adquieres una perspectiva, sobre todo de conjunto, de todos los problemas y retos de la Mancha Oriental, que antes no tienes.
Aunque, legalmente, no sé si es posible, ¿le gustaría que pasasen por ese órgano, o cualquier otro de la Mancha Oriental, usuarios de otras zonas de la cuenca del Júcar?
Sí. Sin la menor duda. Aquí nunca hemos tenido nada que esconder, nunca le hemos cerrado la puerta a nadie. Por aquí han venido regantes, gestores, periodistas, de todo el Júcar y de toda España. Con unos hemos estado de acuerdo, con otros no, como es lógico, pero jamás se le cierra la puerta a nadie, es una política que la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental ha mantenido desde su creación.
Claro que me gustaría que viniesen, ojalá, y, además, sobre todo me gustaría que viniesen los que más leña nos meten, los que nos culpan de todos los males de la cuenca.
¿Por qué justo esas personas?
Porque hay cosas que ya no sabemos cómo explicarlas por más que las expliquemos, con datos, con documentos…. con todo. Yo entiendo y respeto que cada cual defienda lo suyo, y que cada cual se debe a sus respectivas asambleas e intereses, es lógico, es así, lo acepto. Pero no entiendo, por ejemplo, que se pida, de forma machacona e insistente, la declaración de sobreexplotación de la Mancha Oriental, cuando aguas abajo hay acuíferos que están sobreexplotados al 300% para los que, además, se piden trasvases. No puedo aceptar la ley del embudo, las dos varas de medir. Como tampoco puedo aceptar que, a veces, el único ecosistema que parece tener problemas, hasta el punto de condicionar la gestión de todo lo demás, es la Albufera. Aguas arriba de lo que algunos llaman Xúquer, hay un río que se llama Júcar, y sin el uno no puede haber el otro. Y hasta que no aceptemos esta verdad, nada tiene arreglo. Ni la gestión, ni la revisión del plan, ni la delimitación de la demarcación, ni nada de nada.
Hablando de la futura Demarcación Hidrográfica y sus límites, ¿le sorprende que el Gobierno Valenciano haya recurrido el borrador del Real Decreto sobre ámbito de las demarcaciones hace pocos días?
No me ha sorprendido en absoluto. Es más, soy muy pesimista al respecto, creo que aquí va recurrir hasta el apuntador, y se va a recurrir el borrador, el decreto cuando salga y el Plan del Júcar que se apruebe tomando como base ese decreto. Y, encima, como ahora Europa tiene competencias sobre este asunto, no habrá plan hasta que un tribunal europeo decida en unos años.
¿A qué viene tanto pesimismo sobre la revisión del Plan de Cuenca?
Es que el problema es que el Estado no se decide. Me refiero al Estado con mayúsculas, no un partido u otro, sino el Estado, que es quien tiene la capacidad para tomar decisiones, que es lo que es gobernar, a fin y al cabo. Permítame contarle una maldad aunque, por razones obvias, no le diré de quién se trata. No hace mucho, un grupo de usuarios estuvimos con un alto cargo de la administración. Era una conversación informal, entre amigos, pero surgió el tema. Le dijimos «si tú nos dejaras, hacíamos el plan del Júcar en cinco minutos» a lo que el nos contestó que «si de veras nos dejasen, nos sobraban cuatro». Pero, por desgracia, hemos entrado en una dinámica tan demagógica que es imposible salir de ella. Para romperla, tiene que haber alguien que dé un manotazo en la mesa y ponga algo de sentido común y ése sólo puede ser el Estado.
Por cierto, ¿qué le pareció la nueva composición del Consejo Nacional del Agua?
No creo que resuelva nada. Esperaba que se pusiera un poco de racionalidad, pero lo que he visto es mucha gente, pocos usuarios y, dentro de esos usuarios, mucha representación de las aguas superficiales y mucha menos de las subterráneas.