Enrique Lapuente De aquella península ibérica que describía en sus escritos Plinio, en que una ardilla podía cruzarla de árbol en árbol sin poner el pie en tierra, ya apenas queda nada. La sobreexplotación de los bosques por encima de su capacidad de regeneración ha dejado un paisaje estéril y además ha condenado a la pobreza a una población que dependía de los recursos naturales para su subsistencia y daba vida a numerosos municipios del interior.
El agua es vida. Somos agua y dependemos del agua para nuestra supervivencia como especie. Esta obviedad, que todos entendemos, no la podemos olvidar, y así lo debieron entender los legisladores cuando redactaron la Directiva Europea del Agua.
Una norma que, aprendiendo de errores pasados, pone freno a la sobreexplotación y promueve un uso sostenible de los recursos hídricos.
Al río Júcar no le sobra agua, todo lo contrario, le hace falta si quiere atender todas las demandas que se le exigen en su cuenca. Así lo dice el Plan Hidrológico de Cuenca que ha aprobado el gobierno del Partido Popular.
Un Plan aprobado a espaldas de la sociedad.
Un Plan que tolera la sobreexplotación del acuífero de la Mancha Oriental dejando un río seco a su paso.
Un Plan que condena a la Albufera a su desaparición y deja un río moribundo en su desembocadura.
Un Plan que no cumple con los más mínimos requisitos del sentido común, ni de la Directiva Europea, y por lo cual ha sido denunciado al Tribunal Supremo, y en unos días también lo será ante la Comisión Europea.
No se puede dar de dónde no hay. Por eso, el trasvase desde el Júcar al Vinalopó no es un problema que tenga que ver con la insolidaridad entre territorios, ni con pugnas entre agricultores: es un problema de falta de sensatez.
De falta de sensatez de determinados políticos y oportunistas que tienen la mirada puesta, más en el cálculo electoral y en el beneficio particular, que en el interés general.
De personajes que no quieren aceptar la realidad: al río Júcar y a la Albufera no les sobra agua. Tampoco es un problema de falta de agua de boca para el abastecimiento de Alicante, como algunos nos quieren hacer creer „500 millones de euros han salido de nuestros bolsillos para evitar que esto suceda„.
Desaparecieron hace años muchos de nuestros bosques y no podemos permitirnos ahora que desaparezcan nuestros ríos, porque con ellos no sólo se iría la riqueza que mantiene con vida el territorio y a la gente que lo habita, sino que también perderíamos la historia y las señas de identidad de los pueblos que han surgido y crecido a sus orillas.
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