La modernización del regadío en el Área de la Acequia Real, pese a reducir en casi 60 hectómetros cúbicos los aportes de agua del Júcar al lago por retornos de riego, no ha provocado problemas graves en el humedal.
«Siempre hemos creído que el problema era de calidad y no la cantidad. A veces es incluso peor cuando llueve y hay un lavado de calles y superficies en las que se depositan y acumulan los contaminantes atmosféricos. Por eso ha habido que construir unos depósitos de tormenta en los que recoger esas puntas de agua para depurarlas después», explica Javier Ferrer Polo, director de la Oficina de Planificación Hidrológica de la CHJ.
Además del recorte en las entradas al lago por la modernización del regadío, el número anual de renovaciones- las veces en las que teóricamente sería posible llenar el lago con el agua que llega cada año, ha disminuido radicalmente desde el curso hidrológico 1989-1990, cuando entraron a la Albufera volúmenes de agua suficientes para 19 renovaciones. En la sequía de 1994-95 solo hubo 4,5 renovaciones y 6 en la de 2005-2006.
En los últimos años, el número de renovaciones se ha situado alrededor de 13 y la calidad de las aguas del lago es la mejor desde que en 1973 se produjo el colapso del lago a consecuencia de la contaminación. Sin embargo, las aguas del lago siguen arrastrando un exceso de nutrientes que provoca explosiones de clorofila e impide devolver al lago la vegetación sumergida, un objetivo irrenunciable para poder hablar de recuperación. «Parece que en términos de cantidad puede ser suficiente el agua que entra ahora. Ha disminuido, sí, pero no es un problema; además no es previsible que se produzcan más recortes: el agua del arrozal y una parte sustancial del regadío de la Ribera van a seguir llegando al lago.
Los últimos datos conocidos sobre los aportes al lago visibles en el gráfico que acompaña la información evidencian también un incremento del agua de depuradora que llega al parque y su mayor peso relativo, paralelo a la disminución de los retornos de riego.
Javier Ferrer admite la controversia sobre el papel que pueden jugar las depuradoras en la recuperación del lago. Para algunos, recuerda, las depuradoras son la «la solución», para otros «el demonio» ya que la carga de fósforo y nitratos que contiene el agua depurada dispara la producción de algas. La mayor parte de las inversiones diseñadas en el lago en los últimos años van dirigidas a evitar los nutrientes.