La extensión de la plaga del mejillón cebra ha hecho que se adopten medidas preventivas y de control en las dos cuencas hidrográficas principales de la provincia de Albacete. Tanto en el Júcar como en el Segura se está vigilando la aparición de este molusco, una de las amenazas más agresivas para los ecosistemas acuáticos, y también para las redes de regadío y conducciones de agua y depuración.
En España, sus efectos más graves se están produciendo en la cuenca del Ebro, donde los expertos hablan de pérdidas, a medio plazo, de decenas de millones de euros. Pero ya se ha detectado también en algunos puntos de la cuenca del Júcar -como el embalse de Forata-, lo que disparó las alarmas en esta cuenca.
En el Segura, esta semana se han tomado las primeras muestras en los embalses albaceteños de Camarillas, Talave, Cenajo y Fuensanta; se mantendrán luego controles periódicos, preventivos, puesto que hasta ahora ni en este río ni en sus afluentes se han encontrado larvas ni ejemplares adultos del mejillón cebra. Los puntos de control en la cuenca son inicialmente doce.
Este pequeño molusco (de unos tres centímetros de longitud) es una especie invasora que, cuando coloniza un lugar, provoca serios daños tanto al medio ambiente como a las infraestructuras, ya que obstruye tuberías y canalizaciones hasta inutilizarlas. No existe un tratamiento eficaz para acabar con él, y sólo se utilizan medidas de control, como limpiezas, colocación de filtros y medidas preventivas para evitar su propagación.
Desde el año 2001, cuando empezó a ser detectado en el Bajo Aragón, se ha extendido hacia el sur por la Península Ibérica; en el 2005 ya se comprobaba su presencia en embalses de Castellón. En la cuenca del Júcar está presente en al menos dos embalses. La Confederación del Júcar puso en marcha un dispositivo para seguir la evolución y adoptar medidas de control; con este fin llegó a un convenio con el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Punto crítico
Se han realizado controles en 24 embalses, incluyendo el del Molinar, en Albacete. Y se realiza un seguimiento permanente en el pantano de Alarcón. En este caso, a la finalidad propia de control y prevención se une el carácter estratégico que tiene este embalse como paso intermedio del agua del Tajo al Segura, lo que puede convertirlo en un punto crítico para la eventual transmisión de las larvas de este molusco.
Además de avisar sobre el impacto que la extensión de la plaga puede tener sobre el medio ambiente y las infraestructuras -especialmente en los regadíos-, los expertos alertan asimismo sobre las conexiones que pueden abrirse en otros casos, como el Júcar-Vinalopó y el Júcar-Turia. Hasta el momento, los embalses albacetenses y el de Alarcón permanecen limpios, sin presencia de la plaga, pero el dispositivo de vigilancia se mantiene. En los casos de Valencia en los que sí se ha detectado, como el embalse de Forata, se decidió prohibir la navegación, ya que las embarcaciones son una de las vías de propagación, porque el mejillón se fija en los cascos.
El riesgo es mayor en el Júcar que en el Segura, porque en la primera de las cuencas el mejillón cebra ya se ha introducido, aunque en la parte baja. Además, en el Segura, la parte albaceteña es la de la Sierra, donde la baja temperatura del agua es -en principio- un factor contrario a la propagación de esta plaga.
En el Segura, la recogida de muestras en Albacete terminó el martes, y ahora la empresa que realiza los trabajos, Cicap, comienza la tarea de analizarlas para comprobar el resultado.