Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) recordaron que esta medida está contemplada en el Protocolo de Actuación en Situación de Alerta y Eventual Sequía y tiene también un antecedente en el ciclo seco que finalizó en 1995, cuando una embarcación estuvo extrayendo la masa piscícola en el embalse de Alarcón.
Sin embargo, las fuentes aseguraron que la evolución del nivel de agua embalsada en los embalses del Júcar en las última semanas haga innecesario adoptar medidas de este tipo.
Según el balance semanal elaborado por la CHJ, los embalses gestionados por este organismo han ganado 16,84 hectómetros cúbicos en una semana y se sitúan ya al 24,79% de su capacidad. Por el contrario, la semana que va del 14 al 21 de mayo supuso en 2007 una pérdida de casi 5 hectómetros.
En este contexto de mejoría generalizada que aleja momentáneamente los fantasmas de la sequía, los grandes embalses destinados al abastecimiento urbano en los que sería necesario proteger la calidad de las aguas-Alarcón y Contreras, de los que depende el agua potable del área metropolitana de Valencia y de Albacete-están entre los más beneficiados. Alarcón ha ganado 3,14 hm3 mientras que Contreras incrementaba en 5,08 hm3 el volumen de agua embalsada.
Según el ministerio, la necesidad de llegar a disponer del agua embalsada «hasta niveles cercanos al embalse muerto y el empeoramiento habitual en el periodo estival de las condiciones de calidad físico-química de las aguas embalsadas podría provocar condiciones críticas para la supervivencia de gran parte de la biomasa piscícola».
Una mortandad masiva de peces provocaría en pocas horas la descomposición del agua que queda en los embalses inutilizándola para el consumo humano.
El Plan puesto en marcha por el Gobierno afecta también al Segura y al Guadalquivir e incluye la ejecución de sistemas de preaviso y control de posibles mortandades, la construcción de «zonas refugio» para la fauna piscícola mediante oxigenación artificial, los «despesques selectivos» con artes de pesca -con traslado selectivo de las especies de mayor valor ecológico- o la ejecución de diques y el traslado de la biomasa, entre otras medidas.
Las fuentes insistieron en que estas medidas solo se aplicarían en el caso de un deterioro de la situación que ahora mismo no se vislumbra «a corto plazo». Y añaden que la declaración de obra de emergencia permitiría, en su caso, una «rápida actuación» ajena a los rígidos y lentos controles burocrátricos que afectan a las obras de la Administración.