Ha llovido mucho y el agua se ha gestionado mejor. El resultado es que el Júcar no tenía tanta agua embalsada desde los años setenta del siglo XX. Los 1.680 hectómetros cúbicos que acumulaba al cierre del mes de agosto representan un 74% más que hace un año y un 126,7% más que la media de la última década. «Hacer previsiones es difícil, pero incluso si tuviéramos una sequía como la del año 2006-2007, el año que viene estaríamos bien. A poco que llueva, tenemos agua para varios años», afirmó ayer Juan José Moragues, presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar.
En la presa de Tous se desembalsa agua como precaución frente a la gota fría
Los embalses de la cuenca están al 50,2% de su capacidad en el momento más crítico del año, entre finales de agosto y principios de septiembre. El año pasado estaba al 29%, y hace dos, al 22,3%. La presa de Tous se encuentra a un 72% de su capacidad por lo que, en previsión de las tormentas de la gota fría, se han iniciado desembalses técnicos para mantenerla dentro de los parámetros de seguridad.
El principal río valenciano lleva más agua de la que muchos recuerdan, pero no es el único. El embalse de Benagéber, por ejemplo, en el Turia, se halla al 94% y al estar fuera del área de afectación de la gota fría no resulta necesario efectuar desembalses preventivos.
La mejora del nivel de agua embalsada se ha registrado en casi todo el Estado, pero el aumento ha sido menos espectacular que en la cuenca valenciana. En el conjunto de España, el incremento representa un aumento del 44% respecto a la media de los 10 últimos años.
Moragues señala que en los últimos tiempos la Confederación Hidrográfica del Júcar ha mejorado las infraestructuras, por ejemplo elevando la capacidad de los embalses. Pero que el aumento de los niveles de agua sería imposible de entender sin un cambio en la cultura ciudadana, las técnicas agrícolas y la tecnología doméstica. La gente deja menos grifos abiertos. La mayoría de lavadoras y lavaplatos son más eficientes que antes, y los aires acondicionados tienden a ser de circuito cerrado. El riego a manta va camino de pasar a la historia. «La conclusión», dice Moragues, «es que conseguimos los mismos resultados con menos consumo».