El 5 de febrero de 2001, el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas (PP), puso la primera piedra de la desaladora de Carboneras, destinada a convertirse en la mayor de Europa y que serviría para regar el mar de plástico de la árida Almería.
Con una capacidad para desalar 42 hectómetros cúbicos de agua de mar al año (cada hectómetro cúbico equivale a un volumen como el del Santiago Bernabéu) sería la admiración del mundo. Ya con el PSOE en el Gobierno, la ministra Narbona la inauguró en mayo de 2005. La planta había costado 254 millones, el triple de lo presupuestado. Narbona dijo que aunque entonces sólo funcionaba al 12%, a final de la legislatura funcionaría a pleno rendimiento.
La realidad es que actualmente desala el 15% de su capacidad, según un portavoz de la planta, y para darle uso, el Gobierno construirá una tubería para que los barcos cisterna se pueden llenar con agua desalada y de allí llevarla a zonas con problemas de sequía, como Barcelona. Fuentes de la empresa pública Acuamed afirman que en 2008 la planta funcionará al 35% y en 2009 rondará el 50%.
El director General del Agua del Ministerio de Medio Ambiente, Jaime Palop, asegura que el Gobierno del PP hizo la desaladora «sin tener en cuenta para quién se hacía». «En esa zona de Almería tenemos agua pero no usuarios y además, la planta está diseñada en el peor lugar posible para el abastecimiento, al final del sistema de abastecimiento de los municipios», concluye Palop. Ni hay tanta gente como se pensaba ni los regadíos necesitan tanto caudal. Y encima su ubicación ha obligado a invertir en un nuevo sistema de tuberías.
La desaladora era demasiado grande y además las tuberías no estaban hechas. Durante tres años sólo funcionó en pruebas ya que nadie construyó las tuberías para sacar el agua. Las obras se están terminando y la desaladora ya abastece a Mojácar, Carboneras y Aguamarga, que han consumido 2,8 hectómetros el año pasado y para los regadíos (4,6 hectómetros).
Para dar servicio a la desaladora, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, anunció ayer que su departamento construirá una tubería desde la desaladora para poder cargarla en barcos cisterna y desde allí llevarla a zonas con problemas de abastecimiento. Y el primer lugar elegido es Barcelona. Así, si no llueve en primavera los barcos llevarán agua desde Almería (en la zona con más déficit hídrico de España) a Barcelona. Carboneras habrá servido para algo. Después pueden veir otras zonas y hasta el norte de África como ayuda a Marruecos.
El Gobierno actual critica este modo de construcción ya que desde 2004, cuando derogó el trasvase del Ebro, ha impulsado 22 desaladoras en el Mediterráneo y ha puesto en marcha cuatro que estaban en obras. De las nuevas, ya están en servicio la ampliación de San Pedro del Pinatar, en Murcia, y la de Alicante, que producen 30 hectómetros cúbicos al año y que sí funcionan a pleno rendimiento.
La de Valdelentisco (Murcia) está a punto de ser inaugurada (la ausencia de línea eléctrica de alta tensión ha retrasado su apertura), y la de Alicante. Con estas, las nuevas desaladoras tendrán la capacidad para producir 104 hectómetros cúbicos al año cuando acabe la legislatura.
Si a eso se suman las desaladoras que estaban ya en obras con el PP y que desde 2004 se han puesto en marcha, la cifra de agua desalada asciende a 250 hectómetros, un 38% de lo que prometió el Gobierno en 2004 que aportaría mediante desaladoras. El resto procedería de reutilización y ahorro en regadíos. El resto de desaladoras estarán en marcha en 2009.
La portavoz de Medio Ambiente del PP en el Congreso, María Teresa de Lara, criticó los retrasos en el plan: «Las nuevas aportaciones se limitan a 18 hectómetros. Y Narbona anunció más agua, más barata y en menos tiempo y este es un incumplimiento más». Sobre la desaladora de Carboneras opina: «No sé qué ha ido mal. Tanto el PP como el PSOE poníamos esa planta como ejemplo. Ahora es rocambolesco llevar agua de la provincia más deficitaria a Barcelona. Es un trasvase en barcos».
Palop niega el retraso y lo avala con los datos de su gestión: «Llevamos cuatro años de sequía y no ha habido ni un corte en Murcia ni en Alicante. Si con esas pocas desaladoras hemos salvado la situación, que imagine el PP cómo quedará resuelto el problema cuando estén todas en marcha. El trasvase era una obra faraónica que difícilmente se habría podido hacer» y habría tardado más años.