Si en el anuario de 2005 ya había que referirse de forma obligada a la sequía, en 2006 la situación se ha agravado, debido a la falta de precipitaciones que aliviaran la escasez del año anterior. Desde el mes de abril, las escasas reservas de los embalses comenzaron a caer en picado, principalmente los situados en la cuenca del Júcar, Alarcón, Contreras y Tous y llegaron al mes de septiembre en una situación agónica.
Los agricultores de la Comunitat Valenciana han sido durante 2006 los grandes perdedores por la falta de precipitaciones y la escasez de reservas en los embalses. Los regadíos tradicionales de la provincia de Valencia tuvieron que sufrir restricciones de hasta el 60% en el uso del agua. En la provincia de Alicante, la situación de sequía ha impedido que muchos agricultores hayan regado sus campos en los últimos dos años y que arrancar árboles ya sea una actividad habitual.
Y como muestra de la interminable sequía, un ejemplo. El pantano de Contreras, uno de los que abastece a Sagunto, Valencia y su área metropolitana, acabó el verano a menos del 3% de su capacidad, una escasez que no se padecía desde la gran sequía de 1995, en la que los embalses acabaron el año con los peores registros de su historia.
Y no sólo se han visto afectados los agricultores. Las restricciones en el uso del agua del Júcar obligaron al Ministerio de Medio Ambiente, a través de la Confederación Hidrográfica del Júcar, a echar mano de las reservas del Turia y de los pozos subterráneos para abastecer a Valencia. Los datos del Instituto Nacional de Estadística revelan que la Comunitat es la autonomía que mayor porcentaje de agua subterránea tiene que utilizar para poder abastecer a la población. La primera consecuencia ya la han notado los ciudadanos: la mala calidad del agua.
El coste de potabilización del agua es mayor y, según datos del Instituto Nacional de Estadística, la factura que tienen que pagar los valencianos es cada vez más abultada. En 2004, cada metro cúbico costó 1,20 euros, 37 céntimos más que el año anterior.
La escasez se nota más todavía más en los bolsillos de los alicantinos. El Ministerio de Medio Ambiente aprobó en diciembre un aumento del 18,2% en la tarifa del agua para el suministro de 32 municipios alicantinos.
Mientras, los parques naturales sufren estrés hídrico. Es un fenómeno que hace aumentar la erosión y debilita la vegetación haciéndola muy vulnerable a las plagas. La Sierra Calderona, la Sierra de Espadán y el Parc Natural de la Font Roja ya padecen esta situación.
Los humedales sufren todavía más la falta de agua. Es el caso de la Albufera, el Marjal Pego-Oliva o el Hondo Salinas de Torrevieja. Según Territorio, serían necesarios 300 hectómetros cúbicos de agua para aliviar la situación. En la Albufera, está en riesgo el futuro del cultivo de arroz y la presencia de algunas especies, como el samaruc, endémico de la Comunitat Valenciana y ya en peligro de extinción.
El balance hídrico de 2006 presentado hace unos días por el Instituto Nacional de Meteorología habla de un año seco y extremadamente cálido. La precipitación media ha sido un 12% inferior a lo que se considera normal. Los mayores déficits, superiores al 25% se encuentran en las zonas ribereñas del Júcar, el Alto Vinalopó y el Bajo Segura en Alicante y Els Ports de Castellón.
El futuro no se presenta demasiado prometedor. Según los meteorólogos, el cambio climático ya está teniendo sus primeros efectos, con temperaturas más altas de lo que suele ser habitual y, principalmente, escasez de lluvias que convierten a 2007 en “el tercer año de la sequía más grave de la historia”, en palabras de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona.