La preocupación por el cambio climático se ha metido en el salón de casi todos los hogares españoles es los últimos años. Prueba de ello es que el que fuera candidato a la presidencia de Estados Unidos, reconvertido en gurú de la protección del medio ambiente y de la lucha contra el cambio climático en todo el mundo, Al Gore, ha recibido los dos galardones más prestigiosos del planeta, el Príncipe de Asturias a la Concordia y el Nobel de la Paz, como reconocimiento a la tarea que está desarrollando.
El cambio climático tiene muchas manifestaciones, desde el aumento de temperaturas, el incremento drástico o el descenso de las precipitaciones en determinadas zonas, o el imparable avance del desierto, todo ello casi siempre acompañado de la mano del hombre que contribuye, y mucho, a la erosión del suelo con urbanizaciones sin control, a la escasez del agua con una mala utilización del líquido elemento o a la deforestación de los pulmones del planeta. Es precisamente todo lo relacionado con la escasez de agua y con la desertificación lo que más afecta a Castilla-La Mancha y a toda España en general, y buena prueba de ello es la preocupación de las administraciones públicas que ya están aplicando medidas para paliar el avance del desierto en todo el territorio nacional, al margen de todas aquellas medidas que se están llevando a cabo para reducir las emisiones de gases a la atmósfera como principal elemento contaminante del mundo.
Mapa de riesgos
Una de esas medidas ha sido la elaboración, por parte del Ministerio de Medio Ambiente, de un mapa de riesgos de desertificación de toda España en el que la provincia de Albacete no sale muy bien parada.
Según este mapa de riesgo, en torno al 80% del territorio de la provincia tiene un riesgo alto o muy alto de desertificación. Las zonas con mayor riesgo de toda la provincia se encuentran en el este y en el sur de la provincia. La comarca de Almansa (con Caudete, Montealegre del Castillo, Alpera, Bonete, Higueruela o la propia localidad de Almansa como las más afectadas) y una franja que discurre desde la sierra de Alcaraz (Bienservida, Villapalacios y Alcaraz, entre otros) hasta la comarca de Hellín (el riesgo existe tanto en esta localidad como en Tobarra o en Pozohondo entre otros municipios) atravesando la parte más al norte de la Sierra del Segura (como Ayna, Liétor o Peñas de San Pedro, entre otros) son las zonas que presentan un mayor riesgo. Todas estas zonas de la provincia están calificadas con un riesgo muy alto de desertificación por el estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente.
Pero hay otra importante área de la provincia que presenta un riesgo alto de desertificación y que afecta a toda la zona centro (con la capital incluida). De hecho, la mayor parte del territorio provincial presenta un riesgo alto de desertificación y afecta a Albacete, Chinchilla, toda la zona de La Manchuela y otros municipios del centro de la provincia.
Las zonas con menor riesgo de desertificación de todo Albacete son la zona noroccidental con Villarrobledo, Ossa de Montiel, El Bonillo o Munera como municipios menos afectados; y a la zona más meridional con pueblos como Yeste o Nerpio. Estas dos zonas presentan un riesgo medio de desertificación. Pero Medio Ambiente ha establecido otros dos niveles de riesgo el bajo, que afecta a puntos muy concretos en la zona sur de la Península y a grandes extensiones de Castilla y León; y un riesgo nulo que afecta a toda la cornisa cantábrica y pirenaica y grandes áreas del norte y del oeste peninsular.
Este mapa tiene en cuenta parámetros como los incendios forestales que potencian la erosión al perder la cubierta vegetal, la erosión hídrica y el índice de aridez, asociado al clima y a las precipitaciones.
¿Qué se está haciendo para paliar esta situación y frenar el avance del desierto en la provincia? El Ministerio de Medio Ambiente está llevando a cabo un Programa de Acción Nacional contra la Desertificación, que también repercute en la provincia de Albacete, «que sobre todo por el índice de aridez es una de las zonas más complicadas de Castilla-La Mancha», admite el director general de Política Forestal de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, José Ignacio Nicolás.
Acciones
Para combatir los riesgos de la desertificación los esfuerzos se orientan hacia cuatro tipo de acciones, la prevención de incendios forestales, las políticas de hidrología, las políticas de conservación de suelo y las orientadas a combatir el cambio climático, «una suma de pequeñas actuaciones que inciden fundamentalmente sobre el clima y sobre los índices de aridez».
Las inversiones en materia de hidrología, que son cofinanciadas entre el Ministerio y la Junta, se centran fundamentalmente en la provincia de Albacete «por las particularidades que tiene», admitió el director general de Política Forestal. Así, explicó que se están realizando cuatro proyectos en Albacete con una inversión superior a los tres millones de euros orientados a la repoblación de suelos forestales o la realización de tratamientos selvícolas para mejorar las masas forestales que sirvan de contención de suelos.
Esa inversión también se destina a obras de hidrotécnica, que son infraestructuras que se llevan a cabo en los cauces más erosionados de mampostería hidráulica o gavionada con el objetivo de frenar la velocidad del agua cuando hay tormentas y paliar la erosión del suelo. Actualmente se están ejecutando obras sobre 9.620 metros cúbicos que se centran en las zonas con mayor riesgo de desertificación.
Además, se realizan actuaciones de conservación de suelos en los términos municipales de Hellín, Albatana, Villamalea, Fuenteálamo, Tobarra, Ontur, Chinchilla y Pétrola, donde ya hay planes enmarcados en el programa nacional que contemplan actuaciones durante varios años para que, a través de los ayuntamientos, se lleven a cabo actuaciones para evitar la pérdida de suelo y que están orientados fundamentalmente a terrenos de carácter agrícola.
Y es que en ocasiones se ha acusado a la agricultura de ser una de las mayores causantes de la erosión de los suelos, «pero es perfectamente compatible una agricultura realizada de forma sostenible, sin grandes consumos de agua, con el objetivo de la lucha contra la desertificación».
Estrategia global
El director general de Política Forestal recordó que el Gobierno regional está consensuando en la actualidad una estrategia global en la lucha contra el cambio climático «con toda la sociedad de Castilla-La Mancha, para poder llevar a cabo nuestra aportación a mitigar los efectos que tenga».
Y, ¿cómo ha evolucionado el avance de la desertificación en Albacete? Una de los valores tangibles que demuestran el avance de la desertificación es la pérdida de suelo que se mide en toneladas por hectárea y por año. Según los datos aportados por el director general de Política Forestal, en Castilla-La Mancha con unas pérdidas inferiores a doce toneladas por hectárea y por año (un riesgo bajo) está la mayoría del territorio, 3.274.000 hectáreas. Con pérdidas de doce a cincuenta toneladas, que representa un riesgo medio y alto de desertificación, hay en la Región 1.880.000 hectáreas. Las zonas más complicadas, con pérdidas superiores a las cincuenta toneladas por hectárea y año, hay en la Comunidad 971.000 hectáreas, de los que la mitad está en la provincia de Albacete. «Estos datos se mueven muy poco año a año -admitió Nicolás-, pero se verán cuando pasen 20 ó 50 años». Junto a Albacete, también en el sur de la provincia de Ciudad Real hay una zona con «estados erosivos complicados».