El agua subterránea por su naturaleza aparece dispersa por grandes áreas geográficas, es de fácil acceso y por lo general de buena calidad y su aprovechamiento no requiere grandes inversiones económicas. Estas características han sido la causa de que su explotación se haya realizado de forma individual principalmente por la iniciativa privada, pero sumando en conjunto un gran volumen de recurso de agua, que hoy día casi satisface el treinta por ciento de las demandas de nuestro país.
Este uso masivo de los recursos de agua subterránea y la ausencia de una vertebración del sector ha sido en buena parte la causa de que la administración del agua no consiga llevar a efecto una buena gestión de este recurso.
El nudo gordiano de la vertebración, lo constituyen las comunidades de usuarios de masas de agua subterráneas. Esta figura que se inspira en las comunidades que agrupan a los beneficiarios del aprovechamiento de canales y otras obras hidráulicas, de tradición centenaria en nuestro país, se introdujo para las aguas subterráneas, en la Ley de Aguas de 1985, con carácter de constitución obligatoria para los acuíferos sobreexplotados. Siendo, inicialmente, su introducción obligada por la administración, muy limitada. Sin embargo en los primeros años de nuestro siglo empezaron a constituirse espontáneamente comunidades de usuarios de aguas subterráneas e incluso a agruparse en asociaciones. No obstante, aún son insuficientes y el marco normativo en que se desenvuelven es insuficiente para desarrollar todo su potencial para contribuir a una mejor gestión de los acuíferos.
Otro elemento necesario para la vertebración del sector es la profesionalización. La formación de hidrogeólogos se realiza a partir de ingenieros y licenciados de diversas titulaciones que cursaban estudios de postgrado en esta disciplina. De los tres principales cursos de postgrado existentes en las décadas de los años 70 y 80, hoy solo permanece uno.
Y la enseñanza reglada de hidrogeología en escuelas y facultades, me atrevería a calificarla de residual. A esto hay que añadir que la nueva problemática en la gestión del agua subterránea requiere otros muchos expertos de otras titulaciones, economía, derecho, medioambiente, etc.
Mas grave aún, son las carencias entre las empresas constructoras de pozos de captación. En el sector no existen grandes empresas constructoras que manejen grandes recurso. Es un sector servido por pequeñas y medianas empresas, muchas de ámbito familiar de gran solvencia profesional y técnica, pero invadido por el intrusismo con escasa o nula formación, responsables en muchos casos, de graves perjuicios a los acuíferos por malas prácticas.
En resumen, si se pretende un gestión adecuada de los recursos de agua subterránea en nuestro país, en necesaria la vertebración del sector en lo social, con el fomento a la constitución y operatividad de las Comunidades de usuarios de agua subterránea. En lo científico-técnico, estableciendo un cuadro de profesionales especializados. En lo tecnológico, ordenando el subsector de constructores de captaciones de agua subterránea.