Miles de personas, 2.000, según la Policía, se manifestaron ayer en Barcelona para reclamar un caudal ecológico en el tramo final del Ebro y protestar contra el trasvase «camuflado» que, a su juicio, pone en peligro el futuro del Delta. Los organizadores se refirieron concretamente a los envíos previstos a través de los canales Segarra-Garrigues y Xerta-Sénia, que dejaría el agua en la frontera con Castelló.
La marcha, convocada por la Plataforma en Defensa del Ebro (PDE) bajo el lema «El Ebro sin caudales es la muerte del Delta», reclamó a la Comisión Europea que intervenga en el Plan Hidrológico del Ebro y exigió al Gobierno que cumpla las directivas ambientales sobre agua.
La reinvindicación de la PDE tiene ciertas implicaciones en la Comunitat Valenciana. Según indicó a este diario Manuel Tomàs, portavoz del colectivo: «El trasvase a Levante sigue vigente a través del canal Xera-Sénia; lo que decimos es que siguen especulando con el agua». En cuanto a los fines, señala Tomàs: «Los regadíos son la excusa. Hoy por hoy es poco moderno hablar de transferencias de agua para proyectos urbanísticos». Los antitrasvasistas sostienen que esos envíos de agua «camuflados» para regadíos se dedicarán a fines urbanísticos cuando se vea que «no son viables económicamente».
De momento, el borrador del plan hidrológico del Ebro habla de unas expectativas potenciales de creación de más de 400.000 hectáreas de nuevos regadíos y un incremento de la capacidad de regulación de la cuenca en unos 2.022 hectómetros cúbicos al año, lo que duplicaría las cantidades del derogado trasvase. En este contexto, los antitrasvasistas se echaron ayer a las calles de Barcelona «para pedir que la Comisión Europea tutele el plan de cuenca del Ebro e investigue si los dos canales son de regadío o esconden otras intenciones», explicó Manolo Tomàs.