Los agricultores alicantinos integrados en el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (Scrats) tendrán que afrontar un duro final de año hidrológico salvo milagro meteorológico, porque no hay agua disponible para sus cultivos a ningún precio y sólo les quedan reservas en sus balsas para afrontar, como mucho, la primavera que está a punto de comenzar.
Así lo admitió ayer el vicepresidente del Scrats y presidente de Riegos de Levante, Manuel Serrano, quien desveló que la crítica situación de la cabecera del Tajo les va a impedir hacer efectiva la compra de los 34 hectómetros cúbicos de agua que ya estaba pactada con la Comunidad de Riego de Estremera, en Madrid. «Cualquier posible solución que se pueda adoptar para paliar esta situación queda ahora a expensas de la reunión que mantendremos después de Semana Santa con los responsables del Ministerio de Medio Ambiente», precisó Serrano.
Las reservas de los pantanos de Entrepeñas y Buendía -de los que se nutre la cuenca del Segura- han descendido esta semana hasta los 279 hectómetros cúbicos (hm3), lo que supone que ya sólo les quedan 39 hm3 disponibles para trasvasar, pues la reserva estratégica por debajo de la cual está prohibido hacer transferencias está fijada en 240 hm3.
Esta circunstancia ya ha empezado a tener consecuencias incluso antes de la que la Comisión de Explotación del Acueducto Tajo-Segura se reúna para decidir sobre un nuevo trasvase correspondiente al tercer trimestre del año hidrológico. A los embalses de la cabecera del Tajo sólo les quedan 39 hectómetros cúbicos para trasvasar y, si es que se autoriza una nueva transferencia esta primavera, Serrano tiene bastante asumido que «será muy reducida y exclusivamente para consumo humano».
Lo peor de todo es que también va a impedir a los regantes del Scrats recibir los 34 hectómetros cúbicos correspondientes a la operación de compra venta de los derechos de esos caudales que, como en los dos últimos años, estaba pactada con la Comunidad de Riego de Estremera, a un precio de 20 céntimos de euro por metro cúbico.
El campo, una vez más, será el gran perjudicado, ya que no sólo tendrá que olvidarse de recibir un riego de socorro de aquí hasta el final del año hidrológico, sino que ve cómo las posibilidades de obtener algún recurso alternativo se reducen de forma considerable.
Serrano señala que una de las pocas alternativas que quedan para obtener recursos que permitan, si no salvar las cosechas al menos sí el arbolado, pasan por que «el Ministerio de Medio Ambiente autorice la apertura de pozos en el Sinclinal de Calasparra», un acuífero perteneciente a la Confederación Hidrográfica del Segura del que desde noviembre de 2006 no se han vuelto a realizar extracciones para permitir su recuperación.
La otra posibilidad pasa por que la Mancomunidad de Canales del Taibilla amortice la deuda de caudales que contrajo con los regantes en 2003, cuando se desviaron 40 hm3 destinados a riego para garantizar el suministro a las poblaciones. Casi la mitad de esa cantidad ya se devolvió el año pasado, pero todavía quedan pendientes otros 20 hectómetros cúbicos que este año pueden ser vitales para el campo.
El problema radica en que si no llega agua del Tajo, la Mancomunidad de Canales del Taibilla se enfrenta a serias dificultades no ya sólo para devolver esos caudales, sino incluso para garantizar el suministro, tal y como se encargó de advertir el comité ejecutivo de este organismo, que abastece de agua a 79 municipios de Alicante, Murcia y Almería. Por ello, el vicepresidente del Scrats también señaló que la puesta en marcha de las desalinizadoras que están ya acabadas y pendientes exclusivamente de autorización administrativa para empezar a producir agua -Valdelentisco en Cartagena y Alicante II- puede marcar la diferencia entre disponer de ese riego de socorro o no.