El déficit de precipitaciones que se arrastra en España desde el pasado verano mantiene en una situación «insostenible» a casi todo el arbolado de la cuenca del río Júcar, cuyo crecimiento y desarrollo anual está siendo condicionado por la falta de agua y hace más vulnerables frente a los incendios a miles de hectáreas de monte.
Alfonso Calera, director de la Sección de Teledetección y SIG en Universidad de Castilla La Mancha, asegura que nos enfrentamos a un invierno «claramente anormal» que acumula meses muy secos a un otoño también extremadamente seco.
«Muchos cultivos herbáceos de secano no sobrevivirán a la próxima semana si no llueve mientras que el arbolado de secano, incluida la cubierta forestal, se está desarrollando con mucho estrés », asegura.
El equipo de Calera trabaja desde hace meses en el programa de investigación Sirius que ha elegido la cuenca del Júcar como área piloto.
El proyecto persigue hacer posible la gestión hídrica con los datos aportados por decenas de satélites meteorológicos, de investigación, comunicaciones, etc que sobrevuelan la tierra. Trabajan con resoluciones muy bajas— de una hectárea— y han validado ya distintas metodologías que permiten tener una idea aproximada de lo que ocurre sobre la superficie terrestre y en su vegetación gracias a las imágenes de distintos satélites.
Según el investigador, estos satélites ya indican la existencia de zonas muy expuestas a la sequía en las que se aprecia un arbolado muy debilitado y con un desarrollo poco vigoroso.
«En el ámbito forestal, ese déficit es una factor de desarrollo para los incendios forestales, a los que están más expuestas las zonas afectadas, mientras que en la agricultura del secano: olivos, almendros, etc. la falta de agua que se observa va a representar, junto a la vid, una casi segura merma de producción».
Los investigadores dirigidos por Calera han validado un método para determinar el volumen de agua disponible en el primer metro de tierra —descontando
la evapotranspiración que provoca el clima y la vegetación— y la que logra atravesar este primer filtro y percola alimentando los acuíferos.
Alfonso Calera rechaza establecer una comparación entre los valores de este año hidrológico — de octubre a septiembre— y los de 2010-2011, que fue anormalmente húmedo.
«Podría decir que la proporción respecto al año pasado es de 1 a 10, pero no es así: Sencillamente el valor actual es cero humedad y cero percolación, aunque esta última no se nota todavía porque los acuíferos disponen de reservas de otros años», explicó Alfonso Calera.
Solo en el sur de Valencia y norte de Alicante —La Marina— la situación está normalizada. Sin embargo, todo el interior montañoso y la zona de cultivos de la llanura manchega sufren una sequía muy acusada.
Sus datos coinciden con los obtenidos por el satélite SMOS (en la imagen), de la Agencia Espacial Europea cuyos sensores han sido validados en la Universitat de València. El SMOS detecta y mide la humedad del suelo aunque a una resolución menos precisa que los que manejan programas específicos como Sirius. No obstante, los colores amarillos predominan con claridad en la mayor parte de España, lo que representa valores de humedad de apenas un 10% en la superficie terrestre.