La superficie de regadío en Castilla-La Mancha registró un descenso del 2,4% en el último año, hasta situarse en 478.713 hectáreas. De esta forma, la comunidad castellano-manchega fue, por delante de Castilla y León, la segunda región española donde menos cultivos de este tipo desaparecieron el año pasado, aunque cae dos puntos más que la media nacional (-0,4%), según datos del Ministerio de Medio Ambiente recogidos por la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore).
La Federación atribuye este descenso de la superficie de regadío a la pérdida de rentabilidad que han sufrido estos cultivos, especialmente en el último año, como consecuencia de la fuerte subida de las tarifas eléctricas –que representan ya el 30% de los costes de producción- y la caída del precio de los productos agrarios, lo que ha hecho prácticamente inviable su subsistencia en algunas zonas. Las regiones más afectadas y que perdieron más extensión de regadío fueron la Comunidad Valenciana (-6,8%) y Murcia (-3%).