Al mosqueo por la paralización de los precios al considerar que deberían estar al mismo nivel que en los países vecinos, se suma la petición del Gobierno español de sacar cereales de los almacenes públicos para bajar los precios.
El desánimo está comenzando a hacer mella en gran parte de los agricultores ya que tras las grandes subidas registradas con el anuncio ruso de prohibir la exportaciones el mercado se ha frenado en seco con ciertos ademanes de ligeras bajadas lo que preocupa y mucho a los agricultores que ven como una vez más no le salen las cuentas.
Con los primeros repuntes del mercado las esperanzas de muchos profesionales se elevaban al ver factible que sus productos, en concreto la cebada, alcanzara la barrera psicológica de las 30 pesetas, algo que a día de hoy, y a pesar de tenerla tan cerca, cada vez se ve más difícil.
Ante el estancamiento de los precios, e incluso retrocesos en algunas lonjas nacionales, los agricultores comienzan a revisar las cuentas al ver cómo en una año en el que esperaban sacar una buena rentabilidad por su trabajo, ésta se verá reducida.
Esta circunstancias ha provocado que entre los foros de los agricultores comience a extenderse el rumor de un pacto para bajar los precios entre los almacenistas y acaparar mercancía barata a la espera de que suba el precio. “No se entiende cómo en el mercado internacional los precios cotizan al alza y en España está más barato”, comentan algunos agricultores.
Primeros barcos
Mientras tanto los puertos de españoles han registrado esta semana la primera entrada de cereales con un barco cargado de 42.000 toneladas de trigo proviniente de Europas del Este. Una cantidad muy pequeña pero que puede contribuir a acelerar las cotizaciones nacionales ante el temor de nuevos desembarcos.
Sin embargo en algunos círculos agrarios consideran que esta posibilidad se disipa puesto que al estar los precios más caros en los países de nuestro entorno como Francia acapararían la mayor parte de las exportaciones.
Reclaman que se debería impulsar los precios hasta igualar el mercado francés donde se paga a por encima de los 180 euros tonelada y critican las voces que se levantan alarmando por las consecuencias que traerá la subida del cereal para los ganaderos. “Cuando teníamos que vender a 18 pesetas a nosotros no nos regalaban los corderos”, se defienden al mismo tiempo que avisan de que el precio del abono también está subiendo, aunque no está relacionado directamente, y “nadie dice nada”.
Mientras tanto el mercado de Chicago, referencia mundial en cuento a cereales, ha experimentado esta semana fuertes variaciones al alza que de momento no se han traducido en repuntes en el mercado nacional.
Trabas desde España
Y es que aunque realmente no exista ningún pacto para bajar los precios y todo se deba a los altibajos en los mercados internacionales y la falta de liquidez para realizar las operaciones, los agricultores se enfrentan a las iniciativas reales por parte del Gobierno para bajar los precios.
Esta semana España solicitaba ante los países de la Unión Europea que se utilicen los cereales almacenados en silos públicos mediante los mecanismos de intervención para hacer frente a los altos precios.
En la actualidad, existen unos 5,6 millones de toneladas de cereales en la UE sometidos a la intervención -sobre todo cebada- y España ha reclamado que se saquen al mercado partidas, para paliar el encarecimiento de estas materias primas, según fuentes de la UE.
España, importador tradicional de cereales, ha hecho esa propuesta en una reunión reciente del Comité de Gestión de la UE -formado por expertos de los 27-, pero la Comisión Europea (CE) ha respondido que es «demasiado pronto» para recurrir a esa actuación.
Bruselas considera que por el momento se puede garantizar el abastecimiento de cereal y que antes de «sacar» volúmenes de la intervención habrá que esperar a saber los datos sobre la cosecha de esta campaña, especialmente la de maíz, que se conocerá a final de mes o a principios de octubre.
Una propuesta que a buen seguro no será bien recibida por aquellos agricultores que a la espera de arañar unas pesetas y obtener un beneficio digno, todavía no han vendido su cosecha.