Las elecciones europeas han dejado unos resultados que, cuanto menos, dejan, o deberían dejar, un cierto aire de preocupación en el sector agrario y ganadero español. Al margen de las ideologías, la presencia cada vez mayor de los euroescéptico, bien por su lado de extrema derecham bien por su giro hacia la izquierda, deja un panorama inesperado que puede ocasionar más prejuicios que beneficios para el campo español en el futuro, en especial porque la Eurocámara tiene cada vez más peso en las decisiones que se toman en Europa y, con los datos en la mano, van a haber más voces que no sólo aboguen por defender los intereses de ‘sus’ países, sino que perjudiquen futuros acuerdos como la PAC recientemente aprobada. Y aunque populares y socialdemócratas seguirán siendo mayoría en la Cámara europea, la irrupción de tanto partido nuevo no beneficia, a priori, la posibilidad de consensos y acuerdos tan habituales, a pesar de las críticas recibidas, que había hasta este momento.
Y es que, al margen de los datos españoles, que como en cada país tienen una interpretación propia en clave interna, la futura Eurocámara va a crear un escenario nuevo que, posiblemente, no beneficie a nadie y menos al sector agroalimentario español.
Y no se trata de que se haya votado en contra de España, sino que se ha votado en contra de Europa, y en materia agraria España depende mucho de esa Europa a que tanto nos critica y nosotros la riticamos, pero que también tanto nos ha dado para salvar la economía del sector primario nacional. Y aunque la mayoría seguirá estando en manos de los grandes partidos, que a la postre son los que seguirá tomando las grandes decisiones, nadie puede ocultar que las múltiples negociaciones que se realizan a o largo de una legislatura siempre tienen un precio económico para algún país y que ahora va a haber muchos más intereses particulares de los propios países que de la propia Europa.
Europa puede pasar de ser la solución a convertirse en el conflicto
Dicho de otra manera, si hay un conflicto agrario o, como ejemplo más cercano, el que se puede crear con el final de la cuota láctea, ya no serán tan fácil mirar a Europa para buscar un consenso que beneficie a todos o por lo menos a los más desfavorecidos, sino que primarán los intereses de cada país sobre el conjunto. Es decir, que Europa puede pasar de ser la posible solución a convertirse en el auténtico problema.
Y no se debe olvidar que en esta legislatura la cuestión primordial que afectará al sector agroalimentario español serás los tratados comerciales y si ahora, con la mayoría de los ‘europeistas’ ya ha habido demasiados problemas (y el caso de los cítricos o el ajo pueden ser dos claras muestras de qué intereses priman sobre otros), qué pasará cuando cada país quiera imponer sus ventas a cambio de ceder en productos que no les afecta, como las hortalizas o frutas españolas. Y en esa guerra, España tiene mucho más que perder que ganar.
Por eso, los resultados de estos comicios no son inicialmente favorables para el sector primario español. Tampoco implica que vaya a haber una catástrofe (aunque afortunadamente la PAC ya esté cerrada y bien atada), pero sí que pueden ser preocupantes a medio y largo plazo, sobre todo en función de cómo reaccionen los partidos más tradicionales,si con la vista puesta en sus propios países (caso de Francia, Austria, Fnilandia, Grecia,…donde los extremistas amenazan a las grandes formaciones en futuras elecciones nacionales) o en el concepto de Europa.
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