Hasta la semana pasada, el campo albaceteño se enfrentaba a «una situación de déficit hídrico», es decir, de sequía severa con la que a duras penas se iba a poder sortear la primavera. El hecho de que no haya parado de llover en una semana no sólo no ha apagado la sed que arrastraban cultivos como el cereal sino que da pie a augurar cosechas como las que no se veían desde hacía años. De media, el campo albaceteño ha recibido unos 60 litros por metro cuadrado.
Y es que en esta ocasión ha llovido en todas las comarcas y, por una vez, a gusto de todos los cultivos. El agua se necesitaba con verdadera urgencia en los bancales de cereal, pero también la han recibido con los brazos abiertos el olivar y el viñedo, los hortícolas y almendro, albaricoquero y melocotonero, frutales estos últimos que se vieron seriamente perjudicados por las heladas de mediados del mes de marzo.
Amenazas
Así lo pusieron de manifiesto ayer tanto los técnicos de la Delegación Provincial de Agricultura como los representantes de las organizaciones agrarias UPA y Asaja, quienes, eso sí, cruzaron los dedos para que las heladas -previsibles hasta el 10 de mayo- y el granizo no mermen el optimismo.
Los datos de las estaciones meteorológicas de la Delegación Provincial de Agricultura confirman que está cayendo agua en todos los puntos en los que hacía falta. Así, del 1 de marzo al 2 de abril, en Tarazona de la Mancha se habían recogido 55,20 litros por metro cuadrado; en Villarrobledo, 32,60; en Almansa, 67; en Hellín, 45; en Albacete, 51,20; en Ontur, 56,20; en Pozo Cañada, 68,40; en La Gineta, 47 litros; 51,80 litros en Motilleja y 39 en Caudete. No obstante, a estos datos habría que sumarles el agua que no ha dejado de caer y que seguirá cayendo a lo largo de toda la jornada de hoy. Los agricultores calculan que el campo ha absorbido ya una media de 60 litros por metro cuadrado.
El año agrícola
De momento, el año agrícola ya dispone de 182 litros y en el año natural se han recogido 81 litros por metro cuadrado, situación que ha proporcionado, según informó ayer la Delegación de Agricultura, «un alivio para el cereal de secano y un ahorro importante de agua para el regadío». Gracias a estas lluvias, el cereal ya está preparado «para afrontar la primavera en óptimas condiciones». Se han suspendido tanto el abonado como los tratamientos de herbicidas, pero estas operaciones se podrán realizar sin ningún problema en cuanto remitan las lluvias.
Tras el reposo invernal, tanto el olivar como el viñedo necesitaban el agua que está cayendo, de la misma manera que los cultivos hortícolas, ya que la mayoría, como ha ocurrido en el caso de la cebolla, estaban en el momento de nascencia. El agua no ha perjudicado a ningún cultivo. El almendro se está beneficiando de estas lluvias igual que los frutales de hueso. La zona de Hellín y Tobarra había recogido, sólo durante el mes de marzo, 45 litros por metro cuadrado, lo que podrá paliar en cierta manera el desastre que supusieron para estas zonas las heladas de la semana del 16 al 23, que se cebaron con el melocotonero y el albaricoquero.
El secretario provincial de la UPA, Julián Morcillo, se mostró ayer muy esperanzado con la lluvia, ya que ha llegado después de dos años de sequía y tras un invierno que no ha sido excesivamente duro con el campo. Sin embargo, Morcillo recordó que el agricultor no puede dormir tranquilo hasta que vende la cosecha. Para que la campaña de cereal, por ejemplo, sea histórica, no basta con lo que está lloviendo ahora; tendrían que volver las precipitaciones a primeros de mayo. Lo que sí tenía claro ayer Morcillo es que «la lluvia nos ha venido de cine y, por una vez, ha caído a gusto de todos».
En la misma línea, el secretario provincial de Asaja, Jorge Navarro, insistió que «el agua ha venido a lo justo porque el cereal estaba al límite». En su opinión, «llevábamos al menos tres años sin ver una primavera así». Pero Navarro también quiso ser cauto. La primavera es muy traicionera y Albacete está acostumbrada a sufrir las tormentas de granizo de junio, las heladas de mayo y las altas temperaturas. Para colmo, «hasta segar todo es hierba». Y es que, aun teniendo suerte con la climatología, el agricultor también vive a expensas de los precios a los que el mercado le permita vender sus productos. De momento, lo único que está claro es que «la lluvia es una bendición».
Hay que tener en cuenta que, según el último informe de la Delegación Provincial de Agricultura, la lluvia empezaba a ser más que necesaria imprescindible. «El campo -aseguraron ayer los técnicos- se encontraba en una situación de déficit hídrico».