Cuando ha transcurrido el primer mes de 2008 y, a pesar de que comienzan a llegar la primeras lluvias, España se encuentra con una reserva de agua embalsada bastante inferior a la media de los últimos diez años en casi todas sus cuencas hidrográficas.
A 29 de enero del presente año, el total de agua embalsada era de 23.772 hectómetros cúbicos, lo que supone el 43,90 por ciento de su capacidad total de embalse, que se eleva a 54.148 hectómetros cúbicos. La media de agua embalsada en 2007 a nivel nacional fue de 55,57 por ciento, es decir seis puntos por encima de los parámetros actuales, lo que viene a demostrar que las lluvias del pasado otoño no han sido tan copiosas como se esperaba, para situarnos al menos en torno a la media de los diez últimos años, que fue de 27.280 hectómetros cúbicos, o sea, un 50,38 por ciento de la capacidad total de acopio de agua en nuestro país.
Las cuencas del norte
Resulta relevante el dato de que, mientras en los últimos años el déficit, prácticamente endémico, se registraba en la cuencas del sur y de Levante, se constata ahora que las del norte de España sufren unas mermas en sus reservas de agua muy superiores a las habituales. En Galicia, el descenso es bastante sensible, como consecuencia de que ha tenido el otoño más seco desde 1958.
En Cataluña, la Generalitat llegó a plantear la necesidad de llevar agua en barco a Barcelona, ante la perspectiva de que la escasez afecte al consumo. Las alarmas saltaron porque en la cuenca interna de Cataluña los embalses están al 23,24 por ciento de su capacidad.
También la cuenca del Ebro comenzó el año con menos reservas. El pasado día 29 el agua embalsada era del 45,93 por ciento, cifra sensiblemente inferior al 54,46 por ciento de media de la última década.
Como siempre, las cuencas más deficitarias son las del sur y Levante. En la atlántica de Andalucía los embalses están al 44,31 por ciento y en la vertiente mediterránea al 26,99 por ciento del total de su capacidad, en ambos casos por debajo de las medias del año pasado y de los últimos diez años.
En la cuenca del Segura las últimas lluvias se han dejado sentir algo más que en otras zonas, de modo que a 29 de enero el agua embalsada suponía el 17,63 por ciento de la capacidad total de embalse, más de seis puntos por encima de la media de 2007 y más de tres sobre la última década.
Las cifras, sin embargo, siguen reflejando el déficit endémico que arrastra la cuenca del Segura, que tendrá que seguir dependiendo de una desalación que no termina de paliar esa carencia; del trasvase del Tajo, o de un hipotético trasvase del Ebro, que el Gobierno y los populares de la Comunidad Valenciana vuelven a reivindicar como solución.