J. S. VALENCIA En un canal de 52 kilómetros construido y diseñado en origen con técnicas casi medievales es necesario mantener muy elevado y de forma constante durante las 24 horas del día el nivel del agua para que todas las acequias secundarias puedan tomar agua. Esa disposición generaba, sobre todo en invierno, derivar un inmenso caudal del río Júcar, sin apenas aprovechamiento agronómico, que contribuyó ha hacer de la Albufera un lago de agua dulce. Nuevas tuberías y automatismos han arrinconado esta servidumbre. «La modernización de la red en alta de la Acequia Real del Júcar ha permitido ahorrar 180 hectómetros cúbicos de agua que ya no se necesitan en la comunidad y que han quedado a disposición del sistema», explica Juan Valero de Palma, secretario de la Unidad Sindical de Usuarios del Júcar (USUJ) y de la Acequia Real.
Valero de Palma añade que esos ahorros son los que permiten nuevos usos en el sistema como el aumento de la concesión de agua para el área metropolitana de Valencia, con su ampliación en 1 metro cúbico para Sagunto o el canal para el suministro de Albacete. Facilita la aparición de algunos excedentes en el tramo final– azud de la Marquesa–, que permiten el trasvase de esos sobrantes al Vinalopó y otorgan más garantías a todos los que se benefician de las aguas del río, incluidos los ecosistemas fluviales.
«Gracias a estos ahorros, el sistema Júcar ha dejado de ser deficitario»–admite Juan Valero de Palma–. «Volvemos a una situación de estabilidad, pero en la que no podemos relajarnos permitiendo de nuevo aumentos de demanda o incrementos de volúmenes porque eso nos haría volver pronto a una situación en la que, de nuevo, no se podrían garantizar el agua a todos los usuarios».