Mientras en Ciudad Real los agricultores andan pensando en patrullar sus explotaciones ante la escasa respuesta de la Guardia Civil y la impunidad con la que se producen los robos, en Albacete ya han tomado la decisión de contratar vigilantes privados que les protejan.
Hace un par de días, cansados de sufrir un robo tras otro, unos 20 agricultores que tienen sus fincas en el entorno de la carretera de Murcia acordaron recurrir a la vigilancia privada. «Hemos estado vigilando de noche, pero ya no podemos más, y la Guardia Civil se limita a decirnos que hacen lo que pueden», comentaba ayer Jorge Navarro, víctima de ocho robos.
El último, lo sufrió hace quince días, «se llevan todo, aspersores, motores eléctricos, cables de los pivot de regadío…. hasta la línea de tendido eléctrico que alimenta la casa nos la han robado», cuenta este agricultor, que estima que entre cables y útiles, le han robado unos 24.000 euros. «La situación es insostenible, si ya no cubríamos gastos, con estos robos, lo que nos faltaba», se lamentaba.
Porque poco más puede hacer que lamentarse. Hace un mes, responsables de la Asaja, organización de la que es secretario, expusieron su situación ante el subdelegado del Gobierno, Manuel González, quien está preocupado por lo que está ocurriendo en el campo, según confirmaron desde la Subdelegación, desde donde se limitaron a decir que se está trabajando para esclarecer estos delitos.
Pero los agricultores dicen no poder esperar más. Las explotaciones agrícolas de Albacete, sobre todo las que están cerca de las autovías que facilitan a los ladrones rápidos movimientos, vienen sufriendo robos «desde hace dos años», aunque éstos han ido en aumento en los últimos meses.
Se llevan todo lo que encuentran a su paso que puedan revender, desde el gasoil, a instalaciones eléctricas y equipos de riego donde no dudan en destrozar los aspersores y desmantelar los pivot para arrancar los cables y las piezas de cobre que después revenden en un mercado negro que, a la vista de la oleada de robos que se están produciendo, debe de mover bastante dinero. «Arrasan con todo, hasta destrozan rejas y portadas», relata Navarro, que dice que muchas veces los destrozos valen más que lo robado. Y es que aunque el cobre es lo más cotizado, cualquier otro metal susceptible de ser transformado en chatarra acaba en la furgoneta de los ladrones, les da igual que sean tuberías, línea de goteros o aspersores de aluminio, que el hierro de los aperos.
Cansados de ver cómo dañan y roban en sus explotaciones casi con total impunidad, han pensado recurrir a vigilantes privados, «que tengan hilo directo con los cuarteles y dotados de autoridad para que luego su testimonio pueda tener veracidad». Estos días, andan pidiendo presupuestos y animando a más agricultores a contratar este servicio, para así aminorar el coste «porque esto lo tenemos que pagar de nuestro bolsillo».
A la Guardia Civil le piden que hagan controles de los coches y las furgonetas que circulan por la autovía, que es la vía de escape de los ladrones, y también «que investiguen a los posibles compradores del material, la receptación», porque entienden que ahí puede estar la clave para esclarecer estos robos.