Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística hacía pública su Encuesta del uso del agua en el sector agrario. Según esos resultados, los agricultores españoles consumieron un 7’3% menos que en el 2004. Los manchegos, un 12,1% menos, el segundo mayor ahorro por comunidades autónomas.
Buena parte de este ahorro se debe a la modernización de los sistemas de riego. Ahora bien, ¿adónde va el agua que se ahorra? Esta pregunta la planteaba recientemente al gobierno el diputado de IU-ICV Joan Herrera. Y la respuesta del ejecutivo, según las organizaciones ecologistas WWF/Adena y SEO/Birdlife, es que no se sabe.
«El Gobierno acaba de reconocer – indican ambas organizaciones ecologistas – que en los últimos 10 años, no se ha revisado ninguna concesión de agua en las cuencas del Norte, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Júcar y Segura, a pesar de los numerosos proyectos de modernización de regadíos ejecutados».
Se trata de una cuestión capital pero, al mismo tiempo, de sentido común. Si un regante moderniza su explotación, consume menos agua; sin consume menos agua, necesita menos agua y, por tanto, procedería revisar su concesión de forma que los recursos que se ahorren se puedan destinar a otras finalidades, como el abastecimiento a las poblaciones o el mantenimiento de los ecosistemas, indican ambas.
Por esta causa, y dado que para el período 2007-2013 el Estado se gastará 1.000 millones en la modernización de regadíos, los ecologistas han solicitado a la Comisión Europea que la financiación de la modernización de regadíos se vincule a la revisión de las concesiones de agua para riego.