La escasez de precipitaciones de este invierno en las cabeceras de los ríos ha provocado que los agricultores valencianos afronten la temporada fuerte de riegos con un 25% menos de agua en los pantanos que abastecen la Comunitat que en 2006, según los datos que maneja la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ).
Si hace un año por estas fechas las reservas de los embalses de la CHJ eran de 772 hectómetros cúbicos, las de este son de 579, prácticamente 200 hectómetros cúbicos menos.
El presidente de la CHJ, Juan José Moragues, ya aseguró el pasado 15 de febrero que 2006 fue el de mayor sequía de los últimos 60 años. Este ejercicio, por lo que a las reservas de agua superficial se refiere, es mucho peor que el precedente.
Así las cosas, los responsables de la CHJ y los de los regantes valencianos se reúnen hoy para establecer qué cantidad de agua disponible hay y cómo se repartirá.
Pero antes de realizar el reparto entre los agricultores se asignará a Valencia y su área metropolitana el agua que los ciudadanos necesitan. También se fijará una cantidad para que, en caso de que persistiese la sequía, el abastecimiento urbano esté asegurado el año próximo.
Los agricultores valencianos del Júcar sufrirán, muy probablemente, restricciones mayores del 50%. Al menos eso es lo que esperaban hace un mes. Ahora ruegan al cielo que llueva para que, al menos, puedan recibir una cantidad de agua ‘similar a la del año pasado. ‘‘¿Restricciones? ¡Ojalá fueran como las del año pasado! Plantaremos lo que podamos’’, reconoció ayer un destacado dirigente de la Federación de Comunidades de Regantes.
No sólo en el Júcar habrá problemas. Las reservas del Turia se han reducido más de un 50% respecto al año pasado. El 13 de marzo de 2006 los pantanos de Benagéber, Loriguilla y Buseo disponían de 171,5 hectómetros y ahora tienen 83,7 hectómetros. Son síntomas de alarma.
Hay que tener en cuenta que la ciudad de Valencia se abastece, en teoría, con 6 metros cúbicos por minuto, 3 procedentes del Turia y otros tantos del Júcar. Eso supone que de abril a septiembre, ambos incluidos, la capital consumirá 46,6 hectómetros del Turia, más de la mitad de las reservas de las que dispone actualmente este río.
Y eso implica que si los agricultores de esta cuenca dispusieran de los 37 hectómetros que quedaran, los embalses del Turia estarían secos el 1 de octubre. Pero eso no sucederá. Las restricciones para los regantes en este caso también ‘‘serán fuertes’’, como anunció hace un mes el presidente de la CHJ.
Esta situación derivará en que los agricultores que utilizan agua de superficie se vean forzados a usar agua de pozos para completar la que no les llega de los ríos.
Las reservas hídricas de la Comunidad aumentan en cuentagotas: 4,46 hectómetros en la última semana, con lo que almacenan 579,45 hectómetros y están al 17,31% de capacidad. Alarcón y Contreras, los de mayor capacidad de todos los embalses de la CHJ, han aumentado 3,1 hectómetros, aunque se encuentran al 8,1 y 4,9% de sus capacidades. Los del Turia, por contra, han perdido un hectómetro.
Mientras, las reservas del Ebro aumentaron en 41 hectómetros y las de la cabecera del Tajo aumentaron en 7 hectómetros cúbicos y se sitúan en 361 hectómetros, 121 por encima del nivel mínimo para poder trasvasar hacia el Segura.
El Gobierno autonómico de castilla-La Mancha reiteró ayer que recurrirá al Tribunal Supremo el último trasvase del Tajo al Segura aprobado por el Ejecutivo central el pasado 2 de febrero. Ese acuerdo gubernamental autorizaba a enviar 11 hectómetros cúbicos para destinarlos al regadío alicantino y murciano.