La negociación del Plan Hidrológico del Júcar que sustituirá al de 1997 puede abrirse en cualquier momento y en la nueva negociación, la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental volverá a ser protagonista: gestiona más de 100.000 hectáreas de en Albacete y tiene la llave del Júcar. Su reino abarca desde El Picazo hasta casi Cofrentes y rechaza asumir en solitario el caudal ecológico para el Júcar
JOSÉ SIERRA VALENCIA La Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental (JCRMO) no acepta asumir en solitario el «sacrificio» de renunciar a regar para que el río se recupere como ecosistema natural y fluyan los manantiales perdidos que hicieron posible el regadío valenciano. Su concepto de explotación «sostenible» del acuífero y sobre el método para buscar una relación de «equilibrio» río-acuífero es tan claro y rotundo como alejado del de los ecologistas, los regantes valencianos del Júcar y probablemente también del de Europa, aunque ellos lo niegan.
Lo que defienden — grabadora en mano, para que no haya malentendidos y como «garantía de transparencia» hacia sus socios—, es que el Júcar «no pierda» a su paso por La Mancha. No pasa nada si el río no gana ni un litro desde Alarcón hasta el Molinar, en las proximidades de Cofrentes, y rechazan remontarse a lo que su presidente define, jocosamente, como el «400 antes de Cristo», en realidad los años sesenta, cuando el río ganaba entre 310 y 465 hectómetros cúbicos a su paso por Albacete frente a los 50 actuales.
«Hay un tramo ganador y otro perdedor y hay que buscar un equilibrio, que el sistema no se perjudique, que el balance sea neutro», afirma el presidente de los regantes, Francisco Belmonte con el refrendo de técnicos como Herminio Molina, curtido en mil negociaciones y pleitos con los regantes del Júcar valenciano, la CHJ, los regantes albaceteños y la mismísima Iberdrola.
Su definición de «equilibrio» es sencilla: si en un tramo del Júcar hay problemas y el rio se seca, la solución no es extraer menos agua de los pozos y regar menos superficie, sino tirar mano de los recursos almacenados en el invierno en el embalse de Alarcón y dejarla correr por el río para evitar que se seque…
Según los números que se hacen en la Junta Central, la extracciones brutas en el acuífero se acercan cada vez más a los 320 hectómetros que marcó el Plan Hidrológico del Júcar de 1997 y lo que hace falta es que se cumpla «en todos sus extremos». Sin embargo, los tiempos corren a favor del medio ambiente y el nuevo plan podría imponer restricciones al uso del agua en La Mancha imponiendo una cifra mucho menor. En ello trabajan Xúquer Viu y otros colectivos que en la Mancha ven como un factor de «distorsión».
El «ejemplo» manchego
Aguas abajo del Picazo, en Cuenca y antes de hundirse entre los farallones de caliza que dan lugar a las hoces de Jorquera y Alcalá, el río entra en el reino de la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental que preside Belmonte y que desde 1998 es ama y señora del río, con la tutela de la CHJ, y negocia ?de tú a tú? con quienes hasta hace poco y desde Jaime I eran «los amos» valencianos del río.
Sus poderes son más de 9.000 regantes y 107.597 hectáreas de riego frente a las 37.000 hectáreas y 35.000 regantes que suman todos los usuarios históricos del Júcar en Valencia. Sin embargo, y según sus propias cifras, en la Mancha albaceteña 1.008 «titulares individuales de riego» manejan 84.232 hectáreas y 54 comunidades de regantes, donde se encuentran los 8.000 usuarios restantes, disponen de las 23.365 hectáreas que faltan hasta completar las 107.597 hectáreas equivalentes a la hierba de 120.000 campos como el de Mestalla.
En cualquier caso, la labor realizada por la JCRMO resulta ejemplar en muchos sentidos y así ha sido interpretada por la Administración y en otros países donde existen acuíferos con problemas de sobreexplotación o temen tenerlos en el futuro. «Nos hemos ganado una credibilidad fuera que nos cuesta extender a Valencia o incluso entre los regantes de otras zonas de Castilla-La Mancha», afirma Herminio.
En 1997, la Junta Central asumió la regularización de miles de hectáreas de regadío. Sus técnicos hicieron el trabajo sucio para la Administración: visitaron parcelas, bucearon en el catastro y desarrollaron potentes instrumentos de administración y control basados en el uso de la cartografía digital, GIS y satélites.
La tecnología aeroespacial unida a la calidad de los datos de la Junta, permite ejercer un «control real» sobre las extracciones en el acuífero, según afirma Herminio Molina, quien defiende la validez de este sistema por encima del uso masivo de contadores «fáciles de manipular» y que ofrecen «una imagen tardía» de lo que está pasando en el área de cultivo.
La propia Junta ejerce desde hace unos años las labores de Policía en el acuífero y detecta los intentos de fraude, que existen. Al principio de cada temporada, los regantes están obligados a presentar un plan de explotación que refleja tipo y fechas de cultivo, superficie afectada, etc., siempre de acuerdo a sus derechos de agua y con algunos recortes pactados previamente que oscilan año a año para intentar recuperar el acuífero. La Junta supervisa y aprueba los planes y deja que el satélite, fruto de un convenio con la CHJ y la Universidad de Castilla-la Mancha, barra cada 15 días el solar manchego.
El tratamiento de las imágenes desvela quien riega o cultiva fuera de lo pactado y orienta a los técnicos de la Junta y a la Guardería de la Confederación sobre qué unidades de cultivo hay que «visitar».
La CHJ se queda con los expedientes más importantes y sanciona mientras la Junta de Regantes busca siempre la devolución de caudales . «Si alguien se pasa un año tiene que devolverlo al siguiente o acaba en manos de la CHJ», que tramita en el ministerio algunas sanciones millonarias. El último rebelde que quedaba en Albacete ha entrado este año en el buen camino, aseguran en la Junta.