Uno de los primeros efectos de las restricciones sufridas en la Mancha Oriental este año ha sido el cambio en las prácticas de cultivo. Así, según Molina, este año se ha registrado un incremento de un 5% los cultivos de primavera pasando de unas 60.000 hectáreas a 62.830. Por el contrario los cultivos de verano han tenido que hacer frente una disminución. De hecho en esta campaña la restricción global a la que se han enfrentado en la Mancha Oriental ha sido de un 30%.
Molina explicó en este sentido que de los 400 hectómetros cúbicos asignados por el Plan Hidrológico de cuenca, al cierre de la campaña sólo se habían consumido 273,9 hectómetros cúbicos, a los que hay que sumar los 6,3 hectómetros cúbicos correspondientes a la sustitución de bombeos.
Además subrayó el importante esfuerzo de los regantes albaceteños que en estos momentos cuentan con una de las concesiones más bajas. En este sentido, lamentó que los usuarios tradicionales del Júcar no hayan hecho los deberes (en materia de modernización de regadíos) contemplados en el Plan Hidrológico del 97 indicando que no es equiparable la restricción del 30% sufrida por la Mancha Oriental con el 62% de los regantes valencianos. Y es que estos últimos cuentan con una concesión de más de 16.800 metros cúbicos por hectárea frente a los 4.500 de los albaceteños.
La restricción del 30% soportada en la Mancha Oriental ha tenido entre las consecuencias negativas una muy clara. Molina indicó que estiman que esta restricción equivale a dejar de cultivar unas 25.000 hectáreas. Pero las cábalas van más allá. Así Molina indicó que de esas 25.000 hectáreas, unas 15.000 corresponderían al cultivo de cereales y las 10.000 restantes al maíz. Teniendo en cuenta los precios de los cereales en esta campaña, Molina cifra en unos 44 millones de euros el importe que habría podido alcanzar la producción bruta de esas 25.000 hectáreas. Un perjuicio económico que se extiende a otros sectores.