JOSE SIERRA VALENCIA La Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente ha ordenado el inicio de una campaña de exploración en el embalse de Tous para comprobar si la invasión forzada de la cuenca del Júcar por el siluro (Silurus glanis) ha llegado hasta este embalse, lo que haría prácticamente imposible que la temible especie no se extienda por el Júcar, incluida la Albufera, e incluso el Turia a través del canal Júcar-Turia.
En lo que respecta al tramo de Fortaleny, donde el pasado 3 de junio fueron capturados en un concurso de pesca dos siluros de apenas 100 y 600 gramos, fuentes de la conselleria de Infraestructuras y Medio Ambiente recordaron que se trata de un espacio de pesca intensiva cedido a la Federación Valenciana de Pesca.
«Constantemente están pescando en Fortaleny para colaborar con la conselleria en sacar peces exóticos, concretamente lucio-percas, con las artes apropiadas para esa especie, que son las mismas que para el siluro».
Según las fuentes, este es el motivo por el que se capturaron los ejemplares de siluro en este lugar, sometido a una enorme presión por los pescadores con la supervisión de la conselleria.
De momento, la conselleria de Medio Ambiente ha dado orden de que se siga pescando a diario en este tramo y espera que la detección «temprana» de esta especie permita controlar su expansión, aunque no existe un plan específico para evitar que se introduzca en la Albufera a través de las derivaciones de riego existentes aguas abajo de Fortaleny.
Tras su detección en el embalse de Forata (2009), en el de Sitjar, en el Mijares (2011) y en el cauce del Júcar el pasado 3 de junio, los expertos creen solo «cuestión de tiempo» que el siluro acabe colonizando todos los grandes río de la cuenca del Júcar y alcance en algunos embalses un desarrollo similar al que ha hecho internacionalmente famoso el embalse de Mequinenza en el Ebro.
Un problema añadido
El real decreto sobre especies exóticas e invasoras regula la pesca del siluro dentro del paquete destinado a evitar la introducción y fomento de especies exóticas. Los ejemplares que pudiesen capturarse no podrán devolverse a las aguas, «recomendando su sacrificio de forma inmediata», según la normativa.
Además, está prohibido trasladarlos a otros lugares o criarlos en cautividad.
Sin embargo, mientras la mayoría de los pescadores ven el siluro como una amenaza, muchos otros también creen que es una oportunidad para potenciar la caza y negocios asociados, tal como ocurre en el entorno de Mequinenza en el río Ebro. Los expertos creen que la aparición del siluro en Forata y en el embalse de Sitjar obedece «claramente» al traslado de unos pocos ejemplares procedentes del Ebro.
Todo apunta también a que los ejemplares capturados en Fortaleny son una reproducción, aunque existe una remota posibilidad de que el siluro estuviera colonizando el Júcar a través de los caudales enviados a Alarcón por el canal Tajo-Segura que atraviesa el citado embalse.
El alemán que trajo el siluro a España
No es un mito. La historia «oficial» que aparece en el catálogo de especies exóticas e invasoras de la Península Ibérica elaborado por el antiguo Ministerio de Ciencia y Tecnología asegura que el biólogo alemán Roland Lorkowsky, especializado en ecosistemas y peces de agua dulce, «declaró» que en el año 1974 introdujo 32 alevines de «Silurus glanis» del río Danubio en el río Segre (Ebro). Su intención era repoblar el embalse de Ribarroja para «controlar» la población de carpas. Desde entonces su expansión parece imparable. j. S. valencia.