Una semana después de que el Ministerio de Medio Ambiente anunciara la retirada de la Ley de Aguas, el proyecto estrella de este departamento que pretendía dar una solución integral al uso de estos recursos, Cristina Narbona ha puesto como modelo la política hídrica del Gobierno para acabar con el proceso de desertificación que sufre un tercio de España y numerosos países del sur del planeta.
Cristina Narbona defendió ayer, pese a ello, que las líneas básicas de la política hídrica que ha puesto en marcha el Gobierno desde 2004 deben ser el eje básico para enfrentarse al riesgo de desertificación que sufre España.
Esta situación amenaza ya al 93% de la superficie de la Comunitat. Valencia se sitúa sólo por detrás de Murcia, donde el 99% del territorio se encuentra en un riesgo alto o muy alto, y por encima de Canarias donde el peligro se extiende por el 90,4% de las islas.
La ministra de Medio Ambiente aseguró ayer en el acto de inauguración de la VIII Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas de la Lucha contra la Desertificación, al que asistieron los Príncipes de Asturias, que la política de su departamento contra esta situación se ha basado en promover una mejor gestión de los recursos hídricos y consideró que estas medidas son esenciales para hacer frente a este fenómeno.
Las causas
Cristina Narbona insistió, de esta forma, en lo que considera el punto central de su política hídrica: un mayor control de la calidad y el gasto del agua para que se use “con más responsabilidad y eficacia”, con nuevas políticas agrícolas y prácticas para proteger la biodiversidad natural.
La titular de Medio Ambiente ya se había referido en varias ocasiones a actuaciones de este tipo. Había defendido la necesidad de incrementar el precio del agua como forma de concienciación del ciudadano, la racionalización del riego de los cultivos o la puesta en marcha de medidas que permitan ahorrar el consumo de agua por parte de los consumidores.
Es más, para la ministra de Medio Ambiente las causas de la desertificación son claras y evidentes y residente, en última instancia, en la acción antrópica. Narbona aprovechó de nuevo para atribuir también este proceso al desarrollo urbanístico, en una referencia implícito al crecimiento de la costa mediterránea gracias al turismo.
Narbona consideró que las actividades humanas como la agricultura, la urbanización, la deforestación o la contaminación ambiental son la causas de este problema que se “agrava” por los incendios. La ministra reiteró que todos estos factores aumentan las dimensiones del calentamiento global y con ello se agrava el proceso de desertificación que sufre parte del planeta.
La titular de Medio Ambiente española confesó que espera que esta reunión marque “un antes y un después” contra este efecto y que estos debates “aceleren” la consecución de resultados, pasar “del conocimiento satisfactorio a la acción” con políticas internacionales.
La ministra confirmó que en la reunión informal que mantuvo este fin de semana en Lisboa con diversos ministros de la UE, propuso convertir el centro temático de recursos del suelo de Barcelona en el Centro Europeo para la Desertificación y la Sequía, una de las iniciativas con las que Narbona busca “implicar a la UE” en este combate. “No podemos permitir que el siglo XXI se convierta en el siglo de la desertificación y la responsabilidad es de cada uno”, sentenció.
Cristina Narbona no se olvidó de argumentar que entre 2004 y 2007, años en los que ha estado al frente del Ministerio de Medio Ambiente, se han invertido 3.000 millones de euros en acciones para paliar este problema, especialmente a través de los planes de sequía.
Programa Agua
El Ministerio de Medio Ambiente, de hecho, recoge en el III Informe sobre el Programa Nacional contra la Desertificación de 2006 una serie de medidas para lucha contra esta situación.
Entre ellas, hace especial mención al Programa Agua que “materializa la reorientación” de la política hídrica con medidas concretas para paliar la falta de estos recursos. En opinión del Ministerio, con este plan se mejora la gestión y reutilización del agua, especialmente en el litoral mediterráneo.
Pero tres años después de la aprobación del Programa de Agua, las actuaciones en la Comunitat Valenciana han sido muy escasas y siempre rodeadas por la polémica. Y mientras el proceso de desertificación se sigue extendiendo.