No se espera una mala cosecha de cereales en el conjunto de España, en uno de los ciclos de cultivo más raros y difíciles que se recuerdan, ya que, aunque se empezó con una muy buena época de siembras, la ausencia de lluvias desde enero hasta marzo complicaron el desarrollo del cultivo. No obstante, a partir de abril y mayo empezó un régimen de lluvias que, aunque irregular, vino a aportar al campo parte del agua que necesitaba para «dar cierto respiro» a los cultivos, porque «el campo tenía sed», ha apuntado a Efeagro el responsable de herbáceos de Cooperativas Agro-alimentarias, Antonio Catón.
La actual cosecha 2011-2012, contando los cereales de invierno y de primavera, además de los de secano y de regadío, podrá rondar los 16 millones de toneladas (trigo, cebada, maíz, avena, centeno y triticale).
Esta estimación sería un 14 % inferior a la media de producción de 1990-2011 (18,4 millones de toneladas) y un 21,6 % más baja que la del año anterior, cuando se cosecharon 20,8 millones de toneladas.
No obstante, Catón ha señalado que es aventurado hacer cualquier tipo de pronóstico en uno de los años más atípicos que recuerda, porque aunque «nunca ningún año es igual, este ha sido especialmente raro».
En este sentido, ha destacado que «la siembra empezó de maravilla y mejor que los últimos años», lo que dio pie a una buenas expectativas de producción, ya que en el campo se dice que «una buena siembra es el 50 % de la cosecha».
En diciembre y en enero se registraron temperaturas bajas, típicas de un invierno frío y seco, perfecto para el «enraizamiento del cereal», ha apuntado Catón.
Sin embargo, a finales de enero y en febrero no llovía y «la planta necesitaba alimentarse».
En Andalucía, sobre todo el trigo, y en Extremadura, donde los ciclos son más cortos, los cultivos de secano empezaban a secarse y la cosecha se dará prácticamente por perdida.
Las lluvias acaecidas en abril y mayo -conviene que siga lloviendo en lo que resta de mes, según el sector- pueden salvar la cosecha de cereales de secano, sobre todo de Castilla-La Mancha y Castilla y León, que tendrán aproximadamente un 70 % de cosecha cada una.
El año pasado la primera recolectó 4,1 millones de toneladas de cereales de invierno-primavera (secano y regadío) y la segunda, 7,6 millones de toneladas.
En Aragón y Cataluña la cosecha será baja, pero gracias al riego -las lluvias han permitido coger agua para permitir mayores dotaciones para regadío- en algunas zonas donde, en principio, no habían sembrado maíz algunos agricultores optarán por ponerlo de segunda cosecha.
Además, las buenas temperaturas de estos días, al estar el campo mojado, permiten desarrollar la planta y hacer la espiga, si bien «hasta que los granos no estén formados y las parcelas embocadas a la cosecha no se verá si las espigas han sufrido las consecuencias de la sequía».