Llevamos una semana de lluvias, más o menos intensas, en casi toda España. En la tele vemos la cuenca del Ebro, con inundaciones y pantanos rebosantes, abriendo las presas parta evitar riesgos. Millones,miles de millones de litros de agua que van al mar.
No hace ni un mes, nuestra peculiar ministra de Medio Ambiente insistía en que padecemos una sequía que no se atreve a llamar pertinaz, pero que a mí me recuerda a otro personaje público de hace unos años, que se acordaba de la sequía cada vez que la cosa se torcía un poco.
No soy técnico, aunque sí que hace años sigo los temas del agua. Somos uno de los países con más presas y embalses del mundo, y sin embargo seguimos arrojando agua al Mediterráneo, pasando de la sequía a la inundación y arrojando enormes recursos al mar, desaprovechados para cualquier utilización.
Un solo día de este caudal, uno solo, haría más por el aprovechamiento del agua en España que todas las campañas de todos los gobiernos dirigidas al consumo doméstico. Un dato incómodo, lo reconozco. Nuestros gobernantes predican con el ejemplo, pero con el ejemplo negativo.