Enrique Lapuente
El borrador del Plan Hidrológico del Júcar presentado el pasado mes de agosto para su discusión por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente es un documento sencillamente inaceptable, al no ajustarse a la Directiva Marco del Agua (DMA), aprobada en el año 2000 por el Parlamento Europeo, y de obligado cumplimiento para los Estados miembros.
No hay que ir muy lejos en la lectura de la ley, basta con echar un vistazo al artículo uno, para constatar que el borrador incumple con el objeto de la misma, esto es, proteger todo deterioro adicional de las aguas superficiales, subterráneas y costeras, y proteger los ecosistemas acuáticos asociados. Para valorar en su justo término esta afirmación, veamos algunos detalles del estado de degradación en el que se incurriría de seguir adelante con este plan.
El bombeo de agua subterránea en el acuífero de la Mancha Oriental para el riego agrícola, muy por encima de su capacidad de renovación natural, no sólo ha provocado su sobreexplotación „el nivel esta ahora veinticinco metros más bajo que en los años 70„sino que también ha afectado al tramo medio del río Júcar convirtiéndolo en un río fantasma, un río sin agua. En 2008, el cauce se secó en un tramo de más de seis kilómetros y sistemáticamente esto se reproduciría todos los veranos, si no fuera por las sueltas de agua de socorro que llegan desde el embalse de Alarcón. Estamos hablando de un tramo que en régimen natural, en ausencia de usos y regulaciones, sería capaz de transportar en el mes de agosto por encima de los quince mil litros por segundo. Lejos de poner freno a esta situación el borrador contempla sorprendentemente mayores asignaciones para Castilla La Mancha, marcando un horizonte todavía más sombrío.
Peor trato, si cabe, recibe el Júcar en su tramo final, ya que tan sólo se garantiza por ley que salgan al mar por su desembocadura unos 15 hectómetros cúbicos, de los 1.548 que se generan cada año en su cuenca hidrográfica. Nada que ver con el río que fue, y el que recuerdan sus ribereños, y muy lejos del espíritu y la letra de la Directiva Marco del Agua.
La Albufera, a pesar de ser un Parque Natural, y uno de los lagos mediterráneos de mayor valor ecológico, no sale mejor parada, corriendo el riesgo de no alcanzar su recuperación, ni a medio, ni a largo plazo. Así, de los 500 hectómetros de aportaciones que recibía en los años 70, antes de que se produjera la desaparición del rico ecosistema que la caracterizaba, el borrador del plan apenas garantiza una tercera parte de ese volumen. Con este texto, no sólo se contraviene con la DMA sino que también se podría incurrir en un delito contra el medio ambiente.
El espíritu de supervivencia que las personas tenemos grabado en nuestro código genético nos conduce a construir una sociedad que nos garantice una buena vida, ahora y en el futuro, no solamente para nosotros sino también para nuestros hijos, dotándonos de normas y leyes que así lo hagan posible. La Directiva Marco del Agua es una de ellas que mira hacia el futuro y que es incompatible con esa mentalidad especulativa que nos rodea y que ha marcado la agenda política y económica en la tenebrosa historia actual.
Los grupos ecologistas, asociaciones cívicas, usuarios y partidos de la oposición están mostrando su clara oposición al texto que se presenta. El PP debe pronunciarse ya, y dejar claro sin lugar a dudas, si agacha la cabeza ante el dictado de la poderosa secretaria del partido y presidenta de Castilla La Mancha, o escucha la voz de aquellos que en él confiaron así como de la inmensa mayoría del pueblo valenciano.
ENLACE A NOTICIA ORIGINAL: http://www.levante-emv.com/opinion/2013/10/11/plan-inaceptalbe-jucar/1040452.html