La «música» de la nueva PAC le suena bien en el campo castellano-manchego aunque con reservas, porque «no sabemos aún la letra final» de la propuesta. Así lo apuntan tanto las cooperativas como las organizaciones agrarias. Y es que lo bueno -para todos- es que la iniciativa comunitaria apuesta por el agricultor profesional como principal receptor de las ayudas y se da cuenta de la necesidad de garantizar las rentas agrarias, controlar la volatilidad de los precios y primar la producción. En cuanto a lo malo, también coinciden todos en el diagnóstico: La vaguedad del documento y, como denuncia Asaja, UPA y Coag, la no inclusión de un presupuesto firme sobre el que comenzar a debatir.
«El agricultor debe vivir de vender sus productos», apunta el presidente de las Cooperativas agroalimentarias, Ángel Villafranca, quien ve en este primer documento de trabajo un guiño a las «empresas de los agricultores» -las cooperativas- como plataforma para controlar la especulación y la caída de los precios.
Si bien Bruselas no ha detallado aún cómo se van a repartir las subvenciones, Villafranca ya avanza que «las ayudas directas de la PAC han sido una de las causas de la caída de los precios», al ser aprovechadas por la «gran distribución» para regatear con los productos en origen.
Desde Asaja se avanza también algunas de las exigencias que escucharemos en los próximos meses en las mesas de debate, que pasan por que «el presupuesto España debe crecer un 9%».
A priori, el enfoque «verde» que se quiere a la nueva PAC es del gusto de la patronal agraria. Como apunta José María Fresneda, se reconoce el papel fundamental que juegan los agricultores profesionales contra el cambio climático pero, matiza, «todo acaba de empezar» y es necesario que CLM y España defiendan una postura común ante la Comisión.