La Exposición Universal, que se ha celebrado en Zaragoza, ha cerrado con una asistencia ligeramente inferior a la prevista, aunque con una más que interesante media de 90.000 visitantes diarios, y la participación de 105 países en este evento. A simple vista y con estos datos se puede concluir que la experiencia ha sido positiva y cabe pensar que uno de los objetivos que se perseguía a la hora de plantear esta Expo -usarla como catalizador para dinamizar la actividad económica en Zaragoza y su entorno- se ha tenido que cumplir.
Otra cosa bien distinta será el evaluar si el mensaje que se quería plantear desde las orillas del Ebro, la llamada de atención para un uso racional y una buena gestión del agua, ha encontrado el eco que se merece. Cabe indicar que a priori sólo se pude aplaudir una apuesta como esta en la que se pretendía dotar de un contenido importante a una cita que podría haber pasado por ser, simplemente, la atracción turística del momento.
Lamentablemente muchas de las experiencias que se han abordado en las charlas y ponencias se han quedado por el camino, para mejor provecho del reducido grupo de los 17.000 asistentes a estos eventos, devoradas por la vorágine y el colorín facilón de los conciertos y espectáculos con mayor tirón popular y mucho más agradecidos para la retina.
En este sentido habría que plantearse si se ha logrado el objetivo, si este es el formato adecuado e incluso, reconociendo que los mensajes con mayor profundidad van destinados a ese reducido número de interesados, cabría preguntarse incluso si merece la pena invertir en este lúdico y festivo envoltorio para dar, por lo menos, un aldabonazo a la sociedad sobre este tipo de cuestiones y remover, aunque sea de manera somera, algunas conciencias.
Por lo que se refiere a Castilla-La Mancha, cabe destacar que el stand de nuestra comunidad ha tenido una gran aceptación. Cabe indicar que la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Comunidades destacaba este lunes que han sido en total 560.000 las visitas recibidas, un 10 por ciento del total de las personas que accedieron al recinto de la Exposición Universal del Agua.
Si todas ellas, o al menos una gran parte de las mismas, captaron el mensaje que la Región quería trasladar, a buen seguro que la guerra del agua en la que estamos embarcados en relación al trasvase Tajo-Segura y sus derivados podrá ganarse, y el esfuerzo y la inversión habrán merecido la pena.